Contexto histórico y antecedentes de DyC 29

Copia antigua de DyC 29
Copia antigua de DyC 29
Fuente: JosephSmithPapers.org

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Breve Sinopsis por Steven C. Harper

¿Puedes identificar la voz de Jesucristo de la misma manera que identificas rápidamente la voz de uno de sus apóstoles vivientes? ¿Cómo suena el Salvador? La sección 29 comienza con un mandato de escuchar a Cristo, seguido de una razón de porqué hacerlo.

José la recibió en una pequeña reunión de miembros de la Iglesia en la casa de los Whitmer en Fayette, Nueva York, donde se reunieron para su conferencia trimestral en septiembre de 1830. Todos querían comprender mejor la profecía de Isaías, enfatizada en el Libro de Mormón, acerca de cuándo el Señor traería de nuevo a Sion (Isaías 52:8, 3 Nefi 16:18, 20:32, 21:22-24). También tenían diferentes puntos de vista sobre la naturaleza de la caída de Adán. José había estado leyendo la Biblia atentamente sobre estos puntos y todos esperaban que el Señor aclarara algunas cosas al respecto[1].

La sección 29 es la primera de las revelaciones de José en usar la palabra albedrío, el poder que Dios dota a las personas para que actúen por su propia voluntad. La revelación muestra que el albedrío llega cuando un conjunto de ingredientes se combinan en una persona: una mezcla de poder para actuar, mandamientos que determinan el bien y el mal, conocimiento de los mandamientos sobre los cuales actuar, y la oposición de Satanás sobre actuar en obediencia.

Los antepasados calvinistas de José pensaban que los elegidos eran los pocos seleccionados por la voluntad de Dios para recibir su gracia pasivamente. En la sección 29, el Señor define a los elegidos como aquellos que eligen activamente escuchar su voz (los mandamientos que forman parte del albedrío) y no endurecen sus corazones. Aquellos que decidan humillarse ante el Señor son los polluelos que Él promete reunir como lo haría una gallina. Este lenguaje es teológicamente significativo y enmarca toda la revelación. Albedrío: ¿Quién lo tiene, cómo conseguirlo y cuáles son los resultados de usarlo para obedecer o desobedecer?

Varias de las revelaciones son escatológicas, esto significa que abarcan los últimos días, el fin de los tiempos como lo conocemos en la segunda venida del Señor. Ninguno es más vívidamente escatológico que la Sección 29. Describe un panorama espantoso sobre aquellos que ejercen su albedrío para no arrepentirse.

El Señor nunca especifica el momento de su segunda venida en las Escrituras. Solo menciona que será “próximo”, pero como sugirió el élder Neal A. Maxwell, nosotros los mortales, quienes medimos el tiempo con relojes de pulsera, no estamos bien posicionados para determinar el significado de pronto para “quien administra los relojes y los calendarios cósmicos”[2]. Incluso si las revelaciones son deliberadamente vagas sobre fechas precisas, las revelaciones escatológicas como la sección 29 son cronológicas. Indican el orden de los acontecimientos que conducirán y comprenderán el regreso y el reinado del Salvador. Se caracterizan por palabras como “antes que llegue este gran día” (14), “cuando hayan terminado los mil años” (22) y “antes que pase la tierra” (26). La sección 29 establece la lógica de reunir a los elegidos porque los impenitentes pronto sufrirán la justa venganza del Señor en su segunda venida. “Serán reunidos los justos a mi derecha para vida eterna; y a los malvados, a mi izquierda, me avergonzaré reconocerlos ante mi Padre”.

El Señor explica que los malvados no tendrán poder para llegar a donde él está, y luego se dirige a un pasaje que habla sobre la importancia de ser investido con poder. La sección 29 prefigura la investidura del poder que se restaura más tarde. ¿Cómo funciona esta investidura de poder? El Señor utiliza a Adán y Eva como arquetipos en la sección 29, y nos explica el proceso de su creación, caída y redención. (Aunque, si entiendo los versículos 30-31, todo esto es un proceso en conjunto de creación a la imagen de Dios).

Como la primera revelación que recibió José para describir la vida preterrenal, la sección 29 explica el ansia de poder de Satanás y cómo se llevó a un tercio de los habitantes del cielo “a causa de su albedrío” (DyC 29:36). Podemos suponer fácilmente que Satanás conspiró para socavar el albedrío y manipular a sus seguidores. Las Escrituras no dicen eso. Solo dicen que buscó destruir el albedrío. ¿No pudo lograr su objetivo al decirles que sus elecciones no tenían consecuencias, y que cualquier cosa que eligieran era una opción válida?

La sección 29 enfatiza el camino más excelente del Padre Celestial. Cuando Adán y Eva eligieron por su propia voluntad someterse a Satanás al obedecerle, fueron expulsados de la presencia de Dios “porque” transgredieron la ley. Así murieron espiritualmente. En otras palabras, fueron primero espirituales, luego temporales. Su caída los hizo carnales, mortales, naturales. Pero ese fue solo “el principio de mi obra”, dice el Señor (DyC 29:32).

Dios comenzó la fase “final” de crear a Adán y Eva a su imagen al alargar sus vidas mortales para permitirles ejercer su albedrío. Envió ángeles para enseñarles la ley del evangelio, es decir, “el arrepentimiento y la redención mediante la fe en el nombre de mi Hijo Unigénito”. Este plan salvaguardaba el albedrío, la justicia y la misericordia. Garantizó la redención para todos los que eligieran creer, y la “condenación eterna” para todos los que optaran por no creer o no arrepentirse (DyC 29:44). Ambos obtienen lo que quieren, lo que eligen.

La sección 29 termina como comenzó, haciendo énfasis en el albedrío. Hasta que Sus hijos sean capaces de actuar por sí mismos, nuestro Padre Celestial restringe el poder de Satanás para tentarlos. En otras palabras, gradualmente desarrollamos el libre albedrío y “[empezamos] a ser responsables” en proporción directa a nuestra capacidad para actuar por voluntad propia según nuestro conocimiento de los mandamientos del Señor.

[1]Revelation, July 1830–A [D&C 29],” p. 36, The Joseph Smith Papers, consultado el 24 de septiembre de 2020.

[2] Neal A. Maxwell, “La Esperanza Por Medio De La Expiacion De Cristo”, Liahona, octubre de 1998.

Contexto adicional, por Casey Paul Griffiths

Del minuto de Doctrina y Convenios

José Smith recibió Doctrina y Convenios 29 en septiembre de 1829. El único antecedente proporcionado directamente a esta revelación fue provisto por el historiador de la Iglesia John Whitmer, quien registró la revelación junto con la introducción. Whitmer dijo que se le dio “a seis élderes de la Iglesia y tres miembros” y señaló además que este pequeño grupo “entendió a partir de las Sagradas Escrituras que había llegado el momento en que el pueblo de Dios llegara a un acuerdo”. Whitmer también menciona que los seis élderes “veían algo diferente en la muerte de Adán (su transgresión)” y “por lo tanto, lo convirtieron en un tema de oración y consultaron al Señor y así llegó la palabra del Señor a través de José el vidente”[1].

Es probable que los seis élderes hayan sido influenciados a traducir la Biblia por la obra de José Smith, que comenzó en junio de 1830 y continuó durante el resto del verano. José Smith y Oliver Cowdery le compraron una Biblia Cooperstown grande a E. B. Grandin por $3.75 [dólares] un año antes, el 8 de octubre de 1829, mientras el Libro de Mormón todavía estaba en producción. En la portada interior, rotularon la Biblia con “El libro de los judíos y la profecía de”[2]. En una revelación de julio de 1830 dada a José se hacía alusión a una nueva obra de traducción cuando se le exhortó a escribir: “[L]as cosas que te serán dadas por el Consolador, y explicando todas las Escrituras a la iglesia” (DyC 24:5). En una revelación dada el mismo mes a Emma Smith, se le dijo: “[L]e serás por escribiente, mientras no haya otro que escriba por él, a fin de que yo mande a mi siervo Oliver Cowdery a donde yo quiera” (DyC 25:6), implicando una nueva obra similar a la traducción del Libro de Mormón.

Durante el verano y el otoño de 1830, José inició este nuevo proyecto de traducción. Por causa del proyecto de traducción, el Profeta vio su traducción como una revisión inspirada que incluía la restauración por revelación de los textos faltantes. También incluyó cambios gramaticales y lingüísticos, y en otros lugares descripciones detalladas o aclaraciones sobre la doctrina. José hizo los cambios más extensos en el libro de Génesis, pero la obra fue amplia. Para cuando se completó el primer ciclo de traducción en 1833, había revisado más de tres mil versículos, agregando frases, versículos e incluso nuevos capítulos a la Biblia[3].

Casi dos tercios de Doctrina y Convenios se recibieron entre junio de 1831 y el 2 de julio de 1833, momento en que José y sus escribas completaron la primera ronda de traducción. Doctrina y Convenios 29 es la sección más antigua que parece estar directamente relacionada con el proyecto de traducción bíblica. Otras revelaciones de gran riqueza doctrinal, como las secciones 37, 45, 73, 76, 77, 86, 91 y 132, también están directamente vinculadas al proyecto[4].

Aunque no poseemos información precisa, es probable que José Smith hubiera terminado Génesis 1–3 en septiembre de 1830, dando como resultado lo que ahora es Moisés 1–4 en el canon de las Escrituras. La introducción de John Whitmer a la sección señala que los élderes “veían algo diferente en la muerte de Adán (su transgresión), por lo tanto, lo convirtieron en tema de oración y consultaron al Señor[5]. Tanto Moisés 1–4 como Doctrina y Convenios 29 analizan la creación espiritual y temporal de la tierra, la rebelión de Satanás y la guerra en el cielo, y la caída de Adán y Eva en el Jardín del Edén. Estos dos documentos deben considerarse juntos para una mayor comprensión. Como señaló Robert J. Matthews, “Doctrina y Convenios y su relación con la Traducción de José Smith […] no son dos libros completamente separados. Están entrelazados”[6].

[1] Revelation, September 1830-A, JSP.

[2] Biblia utilizada para la revisión de la Biblia, 0, JSP.

[3] Véase “Historical Introduction”, Visions of Moses, June 1830 [Moses 1], nota al pie de página 5, JSP.

[4] Doctrine and Covenants, Introduction, 2013, vi.

[5] Revelation Book 1, 36, JSP.

[6] Ray L. Huntington y Brian M. Hauglid, “Robert J. Matthews and His Work with the Joseph Smith Translation”, Religious Educator, 2004, 42, 46.