Cuando José se fue de la arboleda después de ver al Padre y al Hijo, no era un profeta. No tenía vocación ni idea de que alguna vez la tendría. Ese llamamiento llegaría tres años y medio después. El diario de José cuenta la historia:

Cuando tenía alrededor de 17 años, tuve otra visión de los ángeles; en la noche, después de que me había acostado; no había estado durmiendo, sino meditando sobre mi vida pasada y mi vivencia. Sabía muy bien que no había obedecido los mandamientos, y me arrepentí de corazón de todos mis pecados y transgresiones, y me humillé ante él, cuyo ojo examina todas las cosas en un solo vistazo. De repente, la habitación se iluminó por encima del brillo del sol; un ángel apareció ante mí.

“Soy un mensajero enviado por Dios”, le dijo a José, presentándose como Moroni. Dijo que Dios tenía una importante labor para José. Había un libro sagrado escrito en planchas de oro, enterrado en una ladera cercana. “Me explicó muchas de las profecías”, dijo José, incluyendo el cuarto capítulo de Malaquías[1].

Moroni se apareció tres veces esa noche y nuevamente al día siguiente, enfatizando y exponiendo la misma profecía. Claramente, había algo vital en la paráfrasis que Moroni hace de Malaquías, algo central en el llamamiento de José[2]. En la historia de su manuscrito, José recordó que la versión de Moroni de la profecía de Malaquías variaba del texto de la versión del rey Santiago. Hablando en nombre del Dios de Israel, Moroni mencionó explícitamente el sacerdocio: “He aquí, yo os revelaré el sacerdocio por conducto de Elías el profeta, antes de la venida del gran y terrible día del Señor”. José dijo que Moroni también citó el siguiente versículo de manera diferente: “Y él [Elías] plantará en el corazón de los hijos las promesas hechas a los padres, y el corazón de los hijos se volverá hacia sus padres. De no ser así, toda la tierra sería totalmente asolada a su venida”[3].

En Doctrina y Convenios, se envían ángeles para resolver problemas que José no sabe que existen. En el caso de la sección 2, José sabía que necesitaba el perdón, pero no sabía que la tierra estaba en camino de ser totalmente asolada a menos que Elías llegara pronto y las cosas dieran un giro dramático. El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La vida eterna, hecha posible por medio de la Expiación, es el propósito supremo de la Creación.. Para expresar esta declaración en forma negativa, diremos que, si las familias no se sellaran en los santos templos, toda la tierra sería totalmente asolada”[4]. La sección 2 es la declaración del Señor a José de que Elías lo investiría con un sacerdocio lo suficientemente poderoso como para sellar a las familias para siempre, revertir el destino de morir y la desintegración de familias que causa, y así cumplir el propósito para el que fue creado el planeta (véase sección 110).

José solo oró pidiendo perdón. Lo recibió en la sección 2, junto con un llamado a salvar la tierra. Desde la primera revelación que contiene, Doctrina y Convenios hace destacar el templo, el sacerdocio del Salvador y el propósito fundamental de sellar a las familias.