Comentario sobre DyC 61

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Encuentre comentarios útiles sobre los versículos que aparecen a continuación para comprender mejor el mensaje de esta revelación.

1-3

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

 

Esta revelación se produjo después de una noche de deliberación sobre la disputa que se estaba desarrollando entre los élderes. Los viajes hacia y desde Misuri fueron una prueba para los élderes, pues fortalecieron la fe de algunos y debilitaron la de otros. La dificultad radicaba en menor medida en las circunstancias en las que viajaban y mayormente en su respuesta a la adversidad que enfrentaban. El Señor permitió que los élderes eligieran la manera en que viajarían a su hogar en Kirtland (DyC 60:5). Pero aquí expresó su preocupación de que los élderes se concentraran en regresar a casa de la manera más rápida posible en lugar de ver su viaje como una oportunidad para predicar el evangelio. El Señor había mandado a los élderes que viajaran “no con prisa” (DyC 60:7–8), pero una vez que comenzó el viaje, incumplieron Su consejo. Como resultado, estalló la contención entre los élderes cuando su viaje se retrasó, incluso cuando José Smith les indicó que abandonaran el río por su propia seguridad.

Sin embargo, después de que los élderes pasaran una noche deliberando en consejo y confesando sus errores, el Señor les aseguró que sus errores podrían ser perdonados siempre y cuando reconocieran y confesaran sus pecados.

 

(El minuto de Doctrina y Convenios)

4-12

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

 

Después de la angustiosa experiencia del día anterior, el Señor advirtió a los élderes sobre los peligros de viajar por las aguas. También prometió protegerlos mientras viajaban. Si bien el Señor explicará en Doctrina y Convenios 61:13–18 lo que decretó en términos generales sobre las aguas en los últimos días, aquí habla de “estas aguas”, refiriéndose al río Misuri.

 

En aquel entonces, el río Misuri se consideraba una de las vías fluviales más peligrosas de toda Norteamérica. Se pensaba que era navegable solo tres meses al año y en un atlas de 1837 publicado en Misuri se le llamó “río salvaje”. Este atlas también mencionaba “el siempre cambiante cauce del río”. El río era tan peligroso que los salarios y el seguro de los pilotos eran más altos para quienes viajaban por el Misuri. En el título de la revelación, John Whitmer le dio al Misuri el nombre de “la destrucción del río” debido a los peligros a los que se enfrentaban los élderes (“Historical Introduction”, Revelation, 12 August 1831, JSP).

 

(El minuto de Doctrina y Convenios)

13-16

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

 

Doctrina y Convenios 61:13–22 se encuentra entre los pasajes de las Escrituras más malinterpretados y mal citados. Una serie de tradiciones populares ha surgido a su alrededor, incluyendo creencias como “Satanás controla las aguas” o incluso la prohibición de que los misioneros vayan a nadar. Relacionar cualquiera de estas tradiciones con esta revelación es tergiversar o malinterpretar las palabras del Señor a José Smith.

 

Según los relatos bíblicos de la creación, el Señor bendijo las aguas para que produjeran vida en abundancia (Moisés 2:20). En algún momento, un siervo del Señor llamado Juan recibió instrucciones de maldecir las aguas. No sabemos el contexto de este incidente ni tampoco de qué Juan habla el Señor. Es posible que esta maldición esté relacionada con el autor del libro de Apocalipsis, quien fue testigo de una visión en la que “un gran monte ardiendo con fuego fue lanzado al mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida” (Apocalipsis 8:8–9). Juan del libro de Apocalipsis también tuvo una visión en la que una estrella llamada Ajenjo cayó del cielo y envenenó “la tercera parte de las aguas” (Apocalipsis 8:11). Si bien se han ofrecido muchas interpretaciones de las visiones de Juan a lo largo de los años, es mejor abordar estos pasajes con precaución, ya que no se nos ha dado una interpretación de lo que significan las visiones. El profeta José Smith aconsejó: “Hago esta amplia declaración, que cuando Dios alguna vez da una visión de una imagen, o bestia o personaje de cualquier tipo, él siempre se hace responsable de dar una revelación o interpretación del significado de la misma; de lo contrario no somos responsables de nuestra creencia en ella. No temáis ser condenados por no conocer el significado de una visión o personaje donde Dios no ha dado una revelación o interpretación sobre el tema” (Discourse, 8 April 1843, as Reported by William Clayton–B, 3–4, JSP).

 

Hay varias formas en que la revelación que se le dio a José Smith puede llegar a cumplirse. En el siglo XIX, un gran número de muertes podría atribuirse a enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera. En 1834, cuando José Smith llevó a un grupo al Campo de Sion para ayudar a los santos en Misuri, un brote de cólera provocó quince muertes. Los brotes de cólera a lo largo del siglo XIX provocaron millones de muertes en todo el mundo, y esos brotes continúan haciéndolo en nuestra época. Otros ejemplos dramáticos como tsunamis, huracanes y otros fenómenos meteorológicos destructivos han provocado una gran cantidad de pérdidas de vidas y propiedades. Pero asignar una interpretación demasiado específica a este pasaje cuando el Señor no ha decidido hacerlo puede ser imprudente.

 

(El minuto de Doctrina y Convenios)

17-18

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

 

La maldición del Señor sobre la tierra es muy probablemente una referencia a las palabras pronunciadas a Adán y Eva cuando fueron expulsados del Jardín de Edén. El Señor le dijo a Adán: “[M]aldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinas también, y cardos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra” (Moisés 4:23-25).

 

Aquí el Señor les dice a los élderes que en los últimos días Él ha bendecido la tierra, evocando las profecías anteriores de Isaías: “Se alegrarán el desierto y el erial; y el yermo se regocijará y florecerá como la rosa” (Isaías 35:1) y “en lugar de la zarza crecerá el ciprés” (Isaías 55:13). En una revelación posterior a José Smith, el Señor dijo: “¿[N]o haré yo que los yermos retoñen, florezcan y produzcan en abundancia?” (DyC 117:7). Tanto las aguas como la tierra encontrarán revitalización cuando “la tierra se[a] renovada y reci[ba] su gloria paradisíaca” (Artículos de Fe 1:10).

 

(El minuto de Doctrina y Convenios)

19-22

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

 

En su historia oficial, José Smith registró que William W. Phelps “en una visión clara, a la luz del día, vio al Destructor, en su poder más horrible, cabalgar sobre la faz de las aguas”. También señaló que “otros oyeron el ruido, pero no vieron la visión” (Joseph Smith—History, vol. A-1, 142). No conocemos el significado de la visión. Otros dos miembros del grupo que escribieron relatos sobre el viaje, Esdras Booth y Reynolds Cahoon, no mencionaban la visión en su descripción del incidente. La visión probablemente se incluyó en la historia de José Smith porque Phelps le ayudó a prepararla (“Historical Introduction”, Revelation, 12 August 1831 [D&C 61], fn. 4, JSP).

 

No está claro si el “destructor” como se menciona aquí, es un siervo de Dios o de Satanás. La mayoría de las menciones del destructor en las escrituras están asociadas con el poder de Dios y no con el poder de Satanás. Por ejemplo, una revelación de 1834 dada a José Smith dice: “He aquí, yo he enviado al destructor para deshacer y asolar a mis enemigos; y de aquí a muy pocos años no quedarán para profanar mi heredad, ni para blasfemar mi nombre en las tierras que he consagrado para el recogimiento de mis santos” (DyC 105:15). Sin embargo, en Doctrina y Convenios hay una posible referencia a Satanás como el destructor, específicamente cuando el Señor cuenta una parábola sobre los santos en Sion. El Señor les dice a los santos que si hubieran puesto atención a sus instrucciones, podrían haber salvado a su “viña de la mano del destructor” (DyC 101:54).

 

La historia de José Smith no proporciona suficiente contexto para que podamos tomar una decisión final, sobre quién es el destructor en esta situación. Sin embargo, dadas las circunstancias, es probable que el destructor sea una referencia a la muerte. En el libro del Éxodo, el Señor prometió a los israelitas que si seguían las instrucciones que les dio a través de Moisés “no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir” (Éxodo 12:23). El hecho de que el Señor asocie las aguas con la muerte, parece ser coherente con la forma en que se usaba el término “destructor” los protestantes estadounidenses en la década de 1830 (Revelation, 12 August 1831 [D&C 61], fn. 18, JSP).

 

(El minuto de Doctrina y Convenios)

23-29

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

 

A José Smith, Sidney Rigdon y Oliver Cowdery, los élderes que presidian el grupo, se les ordenó viajar por tierra y no por agua, a excepción de las vías navegables construidas por el hombre, como los canales. También a los élderes que dirigían, se les dio la seguridad de que el Señor puede dar a Sus siervos poder para dominar las aguas y que Él puede proteger a Sus siervos de posibles daños. El Salvador mismo ejerció este poder sobre las aguas en el Nuevo Testamento (Mateo 8:23–27; Marcos 4:35–41; Lucas 8:22–25). El mismo poder ha sido ejercido por los poseedores del sacerdocio en los últimos días.

 

Mary Ann Weston Maughan, quien cruzó el Atlántico en 1841, recordó una tormenta furiosa que fue arrullada por el poder del Señor. Ella luego escribió:

 

Cuando estábamos cerca de las orillas de Terranova, tuvimos una terrible tormenta. Nuestro mástil principal se rompió de la cubierta y la botavara del foque también se rompió, y al dar vuelta en la cubierta golpeó a un marinero en la cabeza casi matándolo. . . . Poco después de que nuestro mástil [se rompió], un joven de nuestra compañía se quitó los zapatos y subió a la cubierta dirigiéndose a la parte de proa del barco. Levantó su mano derecha al cielo y en nombre de Jesucristo, reprendió al viento y a las olas y profetizó que la tormenta disminuiría y que el buen barco Harmony llevaría su carga de santos a salvo a su destino y esto se cumplió, pues todos desembarcaron a salvo en [Quebec].

En otra ocasión, en 1851, el barco Olympus fue golpeado por una fuerte tormenta atlántica. El capitán, Horace A. Wilson, envió a su segundo oficial a hablar con el líder de una compañía de emigrantes Santos de los Últimos Días, diciéndoles “que si el Dios de los mormones puede hacer algo para salvar este barco y a las personas, será mejor que lo invoquen, porque ahora nos estamos hundiendo a un ritmo de un metro por hora; y si la tormenta continúa, estaremos todos en el fondo del océano antes del amanecer”. William Howell, el líder de los santos en el viaje, envió un mensaje de que “nuestro Dios nos protegerá”. Luego invitó a doce hombres a unirse a él en oración. El cabeceo y balanceo del barco cesaron y la tormenta se calmó. Tanto el capitán del barco como los santos atribuyeron su salvación a la intervención de Dios. Cincuenta personas se bautizaron durante el resto del viaje (Fred E. Woods, “Seagoing Saints”, Ensign, September 2001).

 

(El minuto de Doctrina y Convenios)

30-35

Casey Paul Griffiths académico SUD)

 

Mientras que a Sidney, José y Oliver recibieron el mandamiento de viajar lo más pronto posible a Cincinnati y predicar allí, al resto de los élderes se les pidió continuar su viaje y predicar en el camino. El compartir el evangelio ayudaría a los élderes a que “[limpiaran] sus vestidos y quedarán sin mancha ante mí” (DyC 61:34). Aquellos que tienen la responsabilidad de compartir el evangelio también cargan con aquellos a quienes podrían haber advertido (Ezequiel 3:18). El profeta nefita Jacob habló de una manera similar de que tomaron “sobre [ellos] la responsabilidad, trayendo sobre [su] propia cabeza los pecados del pueblo si no le enseñábamos la palabra de Dios con toda diligencia”, y agregó que “trabajando con todas [sus] fuerzas, su sangre no manchara [sus] vestidos” (Jacob 1:19).

 

(El minuto de Doctrina y Convenios)

36-39

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

 

Después de las desgarradoras experiencias del día anterior, debe haber sido un consuelo para los élderes saber que el Salvador no los había abandonado (DyC 61:36). Sin embargo, ellos recibieron el consejo de ceñir sus lomos, ser precavidos y sensatos. El uso de la palabra sensato no hace referencia a la Palabra de Sabiduría, que aún no había sido revelada. El uso común de la palabra en aquel tiempo sugiere ser “habitualmente moderado” (Diccionario Webster de 1828). El Señor usa la palabra sensato para enfatizar la cercanía de Su venida y la necesidad de que los élderes se mantengan enfocados en la obra de salvación.

 

En una carta escrita a Moses Nickerson, un miembro canadiense de la Iglesia, José Smith habló de esta virtud:

 

Cuando contemplo la rapidez con que la que se aproxima el gran y glorioso día de la llegada del Hijo del Hombre, en el que Él mismo vendrá a recibir a sus santos, donde morarán en su presencia y serán coronados con la gloria e inmortalidad; cuando considero que pronto los cielos serán sacudidos, y la tierra temblará y se tambaleará de un lado a otro; y que los cielos se desplegarán como un pergamino que estaba enrollado, que toda montaña e isla nos dejará yo grito dentro de mi corazón: ¡Qué clase de persona debo ser en santa conducta y piedad! (Letter to Moses Nickerson, 19 November 1833, 64, JSP).

(El minuto de Doctrina y Convenios)