Encuentre comentarios útiles sobre los versículos que aparecen a continuación para comprender mejor el mensaje de esta revelación.
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
El Señor comienza su mensaje a William señalando que este ya había recibido la verdad del evangelio. McLellin se bautizó unos meses antes de esta revelación, en agosto de 1831. El día de su bautismo, registró lo siguiente en su diario:
Me levanté temprano y me dediqué a orar fervientemente a Dios para que me guiara a la verdad; y de todo el conocimiento que pude obtener mediante exámenes e investigaciones, me vi obligado como hombre honesto a reconocer la verdad y validez del Libro de Mormón y también que había encontrado al pueblo del Señor: la Iglesia Viviente de Cristo. En consecuencia, tan pronto como desayunamos, le dije al élder H. Smith que quería que me bautizara porque quería vivir entre un pueblo que se basaba en principios puros y era impulsado por el Espíritu del Dios viviente[1].
El Señor se dirige a la honorabilidad de William en lo que parece ser una respuesta directa a los sentimientos y dudas que se habían apoderado de su corazón después de su bautismo. McLellin escribió: “El enemigo de toda justicia hizo un enorme esfuerzo para persuadirme de que estaba engañado hasta el punto en que me pareció que el miedo me sobrepasaría. No dudaba de la verdad de las cosas que había aceptado, pero mis temores se trataban de mi propia salvación”. Después de que estas dudas surgieron, William recibió la visita de Newel Knight, quien “vino y por el Espíritu de Dios fue capaz de decirme los secretos precisos de mi corazón y en cierto modo, ahuyentar las tinieblas de mi mente”[2]. Parece que cuando William conoció a José Smith, nuevamente necesitaba la seguridad de su salvación y la orientación para arrepentirse de sus pecados.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
William fue llamado a anunciar el evangelio y también se le dio la promesa de que tendría el poder de sanar a los enfermos. Se le ordenó viajar con Samuel H. Smith, el hermano del Profeta. Antes de esta revelación, McLellin ya había predicado con Hyrum, otro de los hermanos Smith, y había visto el poder de la sanación. Cuando McLellin se enfermó, le pidió a Hyrum Smith una bendición. Escribió en su diario: “Inmediatamente nos postramos ante el Señor y con toda la fe que teníamos, le abrimos nuestros corazones”. Hyrum Smith impuso las manos sobre McLellin, quien luego escribió que fue “maravilloso para [él] contar que fu[e] sanado instantáneamente”[1].
Unos días después, McLellin dio un sermón a un grupo de predicadores sobre la salida a la luz del Libro de Mormón y los dones espirituales. Luego se le acercó un hombre llamado “Padre Wood”, quien le dijo que su nieta estaba muy enferma. Sin dudarlo, McLellin y Hyrum Smith se dirigieron a la casa de la familia, a tres kilómetros de distancia. Escribió: “La familia parecía bastante creyente, y todos nos inclinamos ante el gran Jehová e imploramos su misericordia sobre la niña, luego nos levantamos y el hermano Hyrum y yo le impusimos las manos, y en unos minutos la niña se bajó del regazo de su madre y empezó a jugar en el suelo. Esto los hizo regocijarse y el anciano se arrodilló y oró poderosamente, luego se levantó y dijo que creía que el Señor estaba allí” [2].
Solo unos días antes de que se diera esta revelación, McLellin se había lesionado el tobillo y le preguntó a José Smith acerca de la sanación. McLellin registró que, en respuesta, José “se volvió hacia [él] y [le] preguntó si creía de corazón que Dios a través de su conducto lo sanaría. Le respond[ió] que creía que lo haría. Impuso sus manos sobre él y sanó”. Luego, William acompañó a José a Hiram, Ohio, donde se le dio esta revelación[3].
[1] Journals of William E. McLellin, pág. 40.
[2] Journals of William E. McLellin, pág. 43.
[3] Journals of William E. McLellin, pág. 45.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
La última parte de esta revelación debe haber sido especialmente desgarradora para William. No sabemos la naturaleza exacta sobre su tentación a cometer adulterio. Su esposa, Cynthia Ann, con quien se había casado solo dos años antes, en 1829, había muerto en algún momento antes del verano de 1831. En un registro del 1 de agosto de 1831 en el diario de William, escribió haber visitado la tumba de “[su] difunta y querida compañera Cinthia [sic] Ann y allí parecían llorar conmigo por la pérdida de mi querida amiga y su bebé”[1]. El regsitro del diario de McLellin podría indicar que Cynthia murió al dar a luz. Más tarde habló de haber pasado “muchas horas de soledad y tristeza” después de su muerte. Parece que William y Cynthia disfrutaron de un matrimonio cálido y afectuoso, y la tentación de cometer adulterio provino de su soledad después de su muerte, y no de la infelicidad con su cónyuge[2].
Debió haber sido alentador para William escuchar que, a pesar de sus tentaciones, se le prometía una “corona de vida eterna”, siempre y cuando se mantuviera fiel hasta el fin. En una copia de la revelación que él mismo registró, hay un apéndice que dice: “Una revelación dada a Wm. E. McLellin, un verdadero descendiente de José que fue vendido a Egipto por medio del linaje de Efraín su hijo”[3]. Esta adición a la revelación puede haber sido parte del registro original o puede haber sido agregada por el mismo William. John Whitmer no incluyó estas dos últimas líneas cuando registró la revelación en Revelation Book 1[4]. En cualquier caso, poco tiempo después de que el Señor declaró que “los rebeldes no son de la sangre de Efraín” (DyC 64:36), debe haber sido alentador para William saber que él era de la sangre de esta tribu primogénita de Israel.
William E. McLellin fue un talentoso predicador que finalmente fue llamado a servir como miembro del Cuórum original de los Doce Apóstoles llamado en esta dispensación en 1835. Desafortunadamente, su servicio en los Doce duró poco porque fue excomulgado en 1838. Explicó que su apostasía se debió a una pérdida de confianza en la Presidencia de la Iglesia, y “en consecuencia, dejó de orar y guardar los mandamientos de Dios, siguió su propio camino y se entregó a sus deseos lujuriosos”[5]. William nunca olvidó su testimonio del Libro de Mormón o de la inspiración que encontró en sus primeros días en la Iglesia, pero tampoco regresó por completo a ella.
[1] Journals of William E. McLellin, pág. 30.
[2] Revelation, 29 October 1831 [D&C 66], fn. 26, JSP.
[3] Revelation, 29 October 1831 [D&C 66], pág. 10, JSP.
[4] Revelation Book 1, pág. 112, JSP.
[5] JS Journal, March–September 1838, pág. 40.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
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