Comentario sobre DyC 67

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Encuentre comentarios útiles sobre los versículos que aparecen a continuación para comprender mejor el mensaje de esta revelación.

1-5

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

 

El Señor pidió a los testigos que dieran testimonio de la veracidad del Libro de Mormón; de manera similar, José Smith pidió a los élderes presentes que compartieran su testimonio de los orígenes divinos de las revelaciones. Oliver Cowdery y David Whitmer, dos de los tres testigos del Libro de Mormón, estuvieron presentes en la conferencia. Es posible que los élderes presenten esperaran manifestaciones espirituales similares a la experiencia dramática que vivieron estos testigos del Libro de Mormón. El Señor en respuesta les dijo que debido a que “existían temores en [sus]corazones” no lo recibieron. La revelación también insinúa este deseo, diciendo que los élderes presentes “No p[ueden] aguantar ahora la presencia de Dios, ni la ministración de ángeles” (DyC 67:13), quizás aludiendo a la experiencia anterior de los tres testigos de la Libro de Mormón.

 

En respuesta a las preocupaciones expresadas sobre el idioma que se encuentra en las revelaciones, el Señor les recordó a los élderes que José Smith, como cualquier otro profeta, era un mensajero imperfecto con limitaciones en su propio idioma. La revelación sirve como un simple recordatorio de que, aunque el Salvador es perfecto, obra a través de personas imperfectas. Los profetas, apóstoles y todo tipo de líderes de la Iglesia son personas imperfectas que hacen lo mejor que pueden para realizar la obra del Señor.

 

El élder Jeffrey R. Holland aconsejó a los miembros de la Iglesia que “sean tolerantes con las flaquezas humanas, tanto con las propias así como con las de aquellos que sirven con ustedes en una Iglesia dirigida por voluntarios, hombres y mujeres mortales. Excepto en el caso de Su Hijo Unigénito perfecto, Dios se ha tenido que valer de gente imperfecta. Lo cual ha de ser terriblemente frustrante para Él, pero se conforma con ello. Y nosotros debemos hacerlo también”[1].

 

[1] “Creo”, Conferencia General de abril de 2013.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

6-9

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

 

En respuesta a las preocupaciones planteadas por las revelaciones, el Señor desafió a los élderes en la conferencia a nombrar “al que de vosotros sea el más sabio” para que intentara duplicar alguna de las revelaciones. William E. McLellin, un maestro de escuela recién bautizado de Paris, Tennessee, aceptó el desafío de producir su propia revelación. José Smith escribió más tarde que

 

William E. McLellin, considerándose en su propia estima el más erudito, y con más educación que sentido común, se esforzó por escribir un mandamiento semejante al menor de los que el Señor había dado, pero fracasó. Escribir en el nombre del Señor era una terrible responsabilidad. Los élderes y todos los presentes que fueron testigos de este vano intento de un hombre de imitar el lenguaje de Jesucristo, renovaron su fe en la plenitud del Evangelio y en la veracidad de los mandamientos y las revelaciones que el Señor había dado a Su Iglesia por mi conducto; y los élderes manifestaron su disposición a testificar de su veracidad a todo el mundo[1].

Si bien McLellin más tarde se convirtió en un enemigo acérrimo de José Smith, no debe ser juzgado con demasiada dureza por las acciones que tomó aquí. McLellin se había convertido a la Iglesia por solo unos meses y había conocido a José Smith una semana antes de esta reunión. Una revelación dada por esa misma época lo colocó entre “los fieles élderes de mi iglesia” (DyC 68:7). Con el tiempo se convertiría en miembro del primer cuórum de los Doce Apóstoles. Aunque el escepticismo de McLellin eventualmente erosionó su testimonio y su posición en la Iglesia, esos eventos se produjeron varios años después. En este momento, y en parte debido a esta experiencia, McLellin estaba entre los élderes que se sintieron honrados “de tener el privilegio de llevar este testimonio [de las revelaciones] al mundo”[2].

 

[1] Joseph Smith—History, vol. A-1, pág. 162, JSP.

[2] Testimony, circa 2 November 1831, JSP.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

10-14

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

 

Al exhortar a los élderes a una mayor fe, el Señor también corrige un malentendido común de que es imposible que una persona mortal vea a Dios en la carne (DyC 67:11). La cita familiar del Evangelio de Juan de que “Ninguno ha visto jamás a Dios” se corrigió en la traducción de José Smith para que dijera: “Y a Dios nadie le vio jamás, excepto el que ha dado testimonio del Hijo, pues si no es por medio de él, nadie puede ser salvo”[1]. Otro pasaje del Nuevo Testamento que dice:“ [Él es] el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, a quien sean la honra y el imperio sempiterno” (1 Timoteo 6:16) se cambió en la traducción del Profeta para que diga: “A quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, a quien ningún hombre puede acercarse, sino únicamente aquel en quien moran la luz y la esperanza de la inmortalidad” [2]. En un último ejemplo, el texto de 1 Juan 4:12, que dice:

 “Ninguno ha visto jamás a Dios”, se cambió para que diga: “Nadie ha visto jamás a Dios, salvo los que creen”[3].

El mensaje de todas estas correcciones en la Traducción de José Smith se presenta claramente en Doctrina y Convenios 67. Aquí el Señor declara: “Porque ningún hombre en la carne ha visto a Dios jamás, a menos que haya sido vivificado por el Espíritu de Dios. Ni puede hombre natural alguno aguantar la presencia de Dios, ni conforme a la mente carnal” (DyC 67:11–12). Es posible que las personas mortales sobrevivan en la presencia de Dios si se transfiguran para soportar la gloria de Dios. Dios es perfectamente capaz de producir un cambio en el cuerpo físico de Sus siervos, siempre que sean lo suficientemente humildes y demuestren la fe necesaria para ver a Dios.

 

[1] Traducción de José Smith, Juan 1:19.

[2] Traducción de José Smith, 1 Timoteo 6:16.

[3] Traducción de José Smith — 1 Juan 4:12.

(El minuto de Doctrina y Convenios)