Comentario sobre DyC 9

/ Doctrina y Convenios 9 / Comentario

Encuentre comentarios útiles sobre los versículos que aparecen a continuación para comprender mejor el mensaje de esta revelación.

1-6

Casey Paul Griffiths (Académico SUD)

Después de que Oliver no pudo traducir, el Señor lo consuela y le dice que sea paciente y que continúe sirviendo como escriba de José. Su declaración en donde dice que Oliver “no [continuó] como al comienzo” podría sugerir que Oliver comenzó a traducir pero perdió el poder poco después de comenzar. De acuerdo con la revelación, el miedo que sintió Oliver pudo haber influido en su incapacidad para traducir (versículo 11). En este sentido, Oliver es como el apóstol Pedro, quien fue capaz de dar algunos pasos sobre el agua hasta que el miedo lo venció y comenzó a hundirse (Mateo 14:25-33).

 

Aunque Oliver no pudo traducir, no perdió su fe en el don divino de José para traducir. En una entrevista registrada pocos años antes de su muerte, Oliver dijo: “Escribí con mi propia pluma todo el Libro de Mormón (salvo unas pocas páginas) tal como salió de los labios del Profeta. . . Contemplé con mis propios ojos y toqué con mis propias manos las planchas de oro que se utilizaron para traducir. También contemplé a los intérpretes. Ese libro es verdadero”[1].

 

Aquellos que eran cercanos a Oliver proporcionaron un testimonio similar. La esposa de Oliver, Elizabeth Whitmer Cowdery, en una reminiscencia de 1870, compartió: “Certifico fervientemente que estaba familiarizada con la manera en la que José Smith traducía el Libro de Mormón… A menudo me sentaba a verlos, y los oía traducir y escribir juntos por horas. José nunca colocó un muro entre él y su escriba mientras traducían”[2].

 

[1] Larry E. Morris, A Documentary History of the Book of Mormon, 2019, pág. 351.

[2] Morris, A Documentary History of the Book of Mormon, pág. 345.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

7-11

Casey Paul Griffiths (Académico SUD)

¿Por qué Oliver no pudo traducir? En los versículos 7-11, el Señor proporciona dos razones para esto, primero que “no [pensó] sino en [pedirle]”, y la segunda razón fue debido a su miedo. Ambos principios se convirtieron en una parte importante del seminario posterior de Oliver sobre el proceso de la revelación. La primera lección fue que la revelación requiere esfuerzo. El Señor le instruye a Oliver: “debes estudiarlo en tu mente; entonces has de preguntarme si está bien” (versículo 8). Por el momento en el que ocurrió esta revelación se sugiere que Oliver intentó traducir tan solo unos días después de que comenzó a asistir en el proceso.

 

Por el contrario, por muchos meses José conservó y estudió las planchas y los intérpretes, estuvo copiando los caracteres de las planchas cuidadosamente y experimentando con la traducción. En su historia, José escribe: “[Comencé] a copiar los caracteres de las planchas. Copié un número considerable de ellos, y traduje algunos por medio del Urim y Tumim, obra que efectué entre los meses de diciembre —fecha en que llegué a la casa del padre de mi esposa— y febrero del año siguiente”[1]. Este proceso tomó varios meses antes de que José se sintiera lo suficientemente seguro como para comenzar la traducción por completo.

 

Del mismo modo, se espera que aquellos que buscan conocer la voluntad del Señor estudien el problema utilizando sus propios dones y raciocinio antes de acercarse por medio de oraciones al Señor en busca de respuestas. Como se explica en la revelación, el papel que desempeñó el Señor en la revelación es que en lugar de otorgar una respuesta directa, proporciona un sentimiento para confirmar que es la dirección correcta la que se está tomando. Al mismo tiempo, el Señor le dice a Oliver que si llega a una conclusión incorrecta, le sobrevendrá un “un estupor de pensamiento” (DyC 8:9).

 

[1] History, 1838–1856, vol. A-1, 9.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

12-14

Casey Paul Griffiths (Académico SUD)

En una conferencia de 1834, cuando Hyrum Smith le pidió a José Smith que contara la historia de la salida a la luz del Libro de Mormón, José le dijo al grupo reunido: “No se ha tenido la intención de decirle al mundo los detalles de la salida a luz del Libro de Mormón”, y también dijo que no era apropiado que él relatara estas cosas [1]. En historias posteriores, José relató los detalles históricos que rodearon la traducción, pero sobre el proceso de traducción en sí, solo declaró: “Por el don y el poder de Dios y mediante el uso del Urim y Tumim yo traduje este registro”[2].

 

Sobre las personas que estuvieron involucradas en la traducción del Libro de Mormón, tanto José como Oliver murieron muy jóvenes y dejaron tan solo algunas memorias relacionadas con el proceso. Puede resultar frustrante que de las dos personas que estuvieron más involucradas en el proceso de traducción sean aquellas de las que tenemos menos información. Al mismo tiempo, está claro que ambos hombres verdaderamente vieron el proceso de traducción como cualquier cosa, excepto como algo normal; más bien, lo percibieron como un proceso que llegó a través del poder divino de Dios. La fuerza que se le dio a José (versículo 12) no provino de su conocimiento, ni de su propio entendimiento. Fue un don divino que recibió para poder llevar a cabo un proceso divino e inspirado.

 

[1] Minutes, 25-26 October 1831, pág. 13.

[2] “Church history”, March 1, 1842, 707, JSP.

(El minuto de Doctrina y Convenios)