Casey Paul Griffiths (académico SUD)

El “mandamiento previamente dado” (DyC 92:1) se encuentra en Doctrina y Convenios 78:11 y pide a los miembros de la orden unida que se organicen “mediante un vínculo o convenio sempiterno que no se pued[a] violar” (DyC 78:11). En una parte de esta revelación, se le pidió a Frederick G. Williams que fuera un miembro “activo” de la orden. Uno de los sinónimos de activo en el lenguaje de la época era la palabra participativo. La palabra activo se utiliza a menudo en la Iglesia hoy en día para distinguir a alguien que participa en la Iglesia de alguien que simplemente está en el papel de miembro pero tiene poco o ningún papel funcional en la Iglesia. Hay varias razones por las que las personas caen en la inactividad o bien tienen dificultades para participar. Estas personas necesitan nuestro amor y apoyo, no que los juzguemos.

Para ser miembros activos de la Iglesia, debemos considerar nuestra pertenencia a ella como una salida en la que cada uno ofrece lo mejor de sí mismo, en lugar de exigir algo a cambio de nuestra participación. Daniel Becerra, profesor de Escritura Antigua en BYU, ha comparado estas dos actitudes con un restaurante y una cena compartida. Algunas personas tratan a la Iglesia como un restaurante, y entran con la expectativa de que les sirvan. Estas personas comúnmente se quejan: “No obtengo nada de esto”. La participación en la Iglesia es una experiencia más enriquecedora si la tratamos como una cena compartida. Debemos preguntarnos “¿qué estoy trayendo para bendecir y servir a los demás?”[1]. Cuando el Señor le pidió a Frederick G. Williams que fuera un miembro activo de la Orden Unida, fue una forma sencilla de pedirle que contribuyera y fuera proactivo en su servicio. El Señor espera lo mismo de cada uno de nosotros: ser un miembro activo de la Iglesia.

(El minuto de Doctrina y Convenios)