La Sección 70 creó lo que con frecuencia se llama la Firma Literaria, una corporación asignada por el Señor para recibir, escribir, revisar, imprimir, encuadernar y vender las revelaciones de acuerdo con la ley de consagración. La sección 70 debe leerse a la luz de la ley de consagración en la sección 42, que dice que todos los que se dedican a tiempo completo al servicio de la Iglesia podrían ser “apoyados con la propiedad que está consagrada al Señor”[1]. Entonces, cuando se trazó el plan para que seis miembros de la Iglesia formaran una firma dedicada a publicar las revelaciones, se dio la sección 70 para aplicar la ley de consagración específicamente a su caso. Esto resuelve el problema de cómo pagar las facturas cuando dedicas todo tu tiempo, talento y energía obrando para la Iglesia del Señor.
A principios de noviembre de 1831, los líderes de la Iglesia habían aconsejado durante casi dos semanas sobre la publicación de las revelaciones de José. Ellos habían decidido enviar las revelaciones del manuscrito con Oliver Cowdery y John Whitmer a Independence, Misuri, donde el impresor de la Iglesia, William Phelps las publicaría en una imprenta que compraría en Cincinnati.
Los libros no se publican solos. José estaba agradecido por quienes lo habían ayudado con los proyectos editoriales de la Iglesia. Señaló que Oliver Cowdery y Martin Harris habían trabajado con él desde el principio para escribir y publicar el Libro de Mormón y que John Whitmer y Sidney Rigdon habían escrito y transcrito durante mucho tiempo las revelaciones y la nueva traducción de la Biblia por José. José luego explicó que si los santos valoraban las revelaciones lo suficiente como para querer que se publicaran, la Iglesia debería compensar a aquellos que dieron su tiempo y medios para publicarlas[2].
La sección 70 designa y ordena al revelador, al financista, a los escribas, al transcriptor y al editor como “mayordomos de las revelaciones y mandamientos que les he dado, y que en lo porvenir les daré; y les exigiré un informe de esta mayordomía en el día del juicio”.
Los miembros de la Firma Literaria tenían la mayordomía de las revelaciones desde la recepción hasta la publicación y la venta. El Señor les mandó a no dar los problemas que se originen de publicar las revelaciones, ni las ganancias de la venta del Libro de Mandamientos a nadie más. En cambio, deben utilizar las ganancias para mantener a sus familias. Lo que quede después de eso, lo consagrarán dándolo al almacén para los santos de Sion y sus descendientes que obedecen las leyes de Dios. Esto es lo que el Señor pide de cada mayordomo que el nombre.
Ningún Santo de los Últimos Días está exento de esta ley de consagración, ni el obispo Partridge, ni su agente Sidney Gilbert, ni nadie que el Señor nombre para realizar una obra, ya sea física o espiritual.
José modeló y enseñó a sus hermanos la ley de consagración como lo establece la sección 70. Cuando William Phelps comenzó a actuar como el dueño de la prensa del Señor en lugar de ser un mayordomo de las revelaciones (DyC 70:3), José le envió de manera gentil pero directa la siguiente posdata. Esta penetra en el corazón de la consagración y la sección 70:
Hermano. William: Tú dices “mi prensa, mis letras, etc.”. ¿Dónde, preguntan nuestros hermanos, los obtuviste y cómo llegaron a ser “tuyos”? Sin rudeza, sino con una advertencia, porque sabes que se trata de nosotros, y no de un Yo, y que todas las cosas son del Señor, ya que Él abrió los corazones de su Iglesia para proporcionar estas cosas, o no deberíamos haber tenido el privilegio de usarlas[3].
La mayor parte de los seis miembros de la Firma Literaria ya se encontraba involucrada profundamente en la obra de publicación y así permanecieron hasta la publicación en 1833 del Libro de Mandamientos y, junto con otras obras, la publicación en 1835 de Doctrina y Convenios. Martin Harris financió la publicación del Libro de Mormón y quizás también los proyectos posteriores de la Firma. Sidney Rigdon con frecuencia escribió revelaciones y la nueva traducción de la Biblia de José, y corrigió las revelaciones del manuscrito. John Whitmer transcribió estos textos como una fotocopiadora humana. Oliver Cowdery ayudó en todas las etapas de recepción, edición e impresión. Él y John Whitmer llevaron las revelaciones y el dinero para imprimirlas a Misuri, donde el editor elegido por el Señor, William Phelps, imprimió el Libro de Mandamientos.
José recibió las revelaciones. También los editó y enmendó como mejor le pareció. Una de las mayordomías de José en la Firma Literaria fue “corregir aquellos errores que pudiera descubrir por el Espíritu Santo”[4]. José creyó en sus revelaciones más que nadie, pero nunca creyó que ninguna escritura fuera literariamente impecable[5]. Editó sus propias revelaciones porque las consideró como sus mejores esfuerzos para representar la voz del Señor condescendiente a hablar en lo que José llamó un lenguaje torcido, quebrantado, disperso e imperfecto.
La mayoría de los demás miembros de la Firma eran más literarios que José. Esa fue una bendición que en ocasiones le molestaba. Después de que William Phelps criticara una revelación, José respondió a la defensiva en su nombre y en el de Oliver Cowdery.
Diríamos, a manera de excusa, que no pensamos tanto en la ortografía, ni en la forma, como hicimos con el tema; como la palabra de Dios significa lo que dice; y es la palabra de Dios, así como Cristo era Dios, aunque nació en un establo, y fue rechazado por la manera de su nacimiento, a pesar de que era Dios.
José, implícitamente y un poco a la defensiva, culpó de los errores de ortografía y puntuación de la revelación a su educación limitada y explícitamente a la fatiga de su corrector, Oliver, el cual había regresado recientemente de Misuri y de Nueva York, donde compró una nueva imprenta para la Iglesia en medio de la oposición[6].
Los integrantes de la Firma se esforzaron al máximo por publicar las revelaciones, empobreciéndose en el proceso. Luego, cuando William Phelps casi había terminado de imprimir el Libro de Mandamientos, un populacho proveniente de Misuri destruyó la prensa, quemó su casa y oficina y tantas copias de las revelaciones como pudo. Algunas de las hojas impresas fueron rescatadas por varios santos y se publicaron algunas copias incompletas del Libro de Mandamientos.
Hoy en día hay menos de treinta copias conocidas y, en ocasiones, se venden por cantidades astronómicas. Debemos recordar lo que originalmente costaron las revelaciones. José y los demás miembros de la Firma Literaria se empobrecieron y fueron perseguidos por publicarlas. Todos expresaron su convicción justo antes de organizar la Firma Literaria según se expresa en la sección 70. José hizo una moción, y los otros hermanos la aprobaron por unanimidad, donde consideraban “el valor de las revelaciones para la Iglesia como el de las riquezas de toda la tierra”[7].
[1] “Revelation, 9 February 1831 [D&C 42:1–72]”, pág. [1], The Joseph Smith Papers, consultado el 5 de octubre de 2020.
[2] “Minutes, 12 November 1831”, pág. 18, The Joseph Smith Papers, consultado el 5 de octubre de 2020.
[3] “Letter to Edward Partridge and Others, 30 March 1834”, pág. 36, The Joseph Smith Papers, consultado el 5 de octubre 2020.
[4] “Minutes, 8 November 1831”, pág. 16, The Joseph Smith Papers, consultado el 5 de octubre de 2020.
[5] Richard L. Bushman, Joseph Smith: Rough Stone Rolling (New York: Knopf, 2005), pág. 174.
[6] “Letter to Edward Partridge and Others, 30 March 1834”, pág. 31, The Joseph Smith Papers, consultado el 5 de octubre de 2020.
[7] “Minute Book 2”, pág. 18, The Joseph Smith Papers, consultado el 5 de octubre de 2020.
Del minuto de Doctrina y Convenios
Una vez que los santos decidieron publicar las revelaciones, se celebró otra conferencia el 12 de noviembre de 1831 en la casa de John Johnson para determinar los detalles de cómo proceder. Las actas de la conferencia muestran que los élderes presentes “votaron para que José Smith, hijo, fuera nombrado para dedicar y consagrar al Señor a estos hermanos, los escritos sagrados y todo lo que han confiado a su cuidado: como corresponde”. Las actas también registran que los miembros presentes declararon que las revelaciones son “el fundamento de la iglesia, la salvación del mundo, las llaves de los misterios del reino y las riquezas de la eternidad para la iglesia”. También declararon que las revelaciones eran “de gran valor para esta conferencia pues la iglesia consideraba que eran las riquezas de toda la Tierra, hablando en términos temporales”[1].
Mientras escribía su propia historia varios años después, José Smith reflexionó sobre “los grandes beneficios para el mundo, que resultan del Libro de Mormón y las Revelaciones, que el Señor ha considerado conveniente, en su infinita sabiduría, concedernos para nuestra salvación, y para la salvación de todos los que creerán”[2]. José también dijo que la revelación vino “en respuesta a una pregunta”, aunque no conocemos con precisión la naturaleza de esa pregunta original[3]. Para facilitar la publicación de las revelaciones, el Señor ordenó a los élderes presentes que formaran una adaptación de los principios anteriores dados sobre la ley de consagración. Este pequeño grupo de personas sacrificó y juntó sus recursos para ayudar a publicar las revelaciones. Posteriormente, el grupo se conoció como la Firma Literaria. La Firma Literaria desempeñó un papel clave no solo en la impresión de las revelaciones de José Smith, sino también en la publicación de la traducción de la Biblia de José Smith, el primer himnario de la iglesia, un almanaque de la iglesia, literatura infantil y varios periódicos de la iglesia [4].
Véase “Historical Introduction”, Revelation, 12 November 1831 [D&C 70]
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