El adúltero apóstata Doctor Philastus Hurlbut amenazó con lavarse las manos con la sangre de José Smith[1]. Además de eso, los santos de Misuri estaban en medio de ser expulsados de la tierra prometida. En el lado positivo, la obra misional en los Grandes Lagos estaba prosperando. En medio del caos, José y Sidney aceptaron las invitaciones de posibles conversos y referencias de amigos y parientes y sirvieron una misión a lo largo de Pensilvania, al norte del estado de Nueva York y Ontario, Canadá.

El 12 de octubre de 1833, José hizo algo que rara vez hacía. Escribió una parte él mismo en su diario, o al menos parte de ella. “Me siento muy bien en mi mente”, dice con su letra, “el Señor está con nosotros pero he sentido mucha ansiedad por mi familia”[2]. El Señor estaba con ellos y le dio a José la sección 100 ese día. Aborda la misión de José con Sidney Rigdon y las dos preocupaciones que ocupaban su mente inquieta: Sion y la seguridad de su familia y otros santos[3]. La revelación comienza con la certeza omnipotente del Señor de que las familias de José y Sidney están bien: “están en mis manos y haré con ellas como me parezca bien” (DyC 100:1).

Acerca de la misión, el Señor les da a José y a Sidney un consejo omnisciente y específico que podría garantizar su éxito, dependiendo de cómo decidan seguir el consejo. Si José y Sidney expresan los pensamientos que el Señor pone en sus corazones, dice, no serán confundidos. Si declaran solemne y con mansedumbre el Evangelio en el nombre del Señor, Él promete que el Espíritu Santo testificará de sus palabras. Le promete a José un testimonio poderoso y a Sidney la capacidad de exponer las Escrituras. Él convierte a José en un revelador de Sidney y a Sidney en un portavoz de José.

A partir del versículo 13, el Señor ofrece "una palabra concerniente a Sion". Promete protección y salvación a los hermanos que José envió a Misuri con mensajes. “Sion será redimida”, prometió el Señor, después de que sea disciplinada y se vuelva pura y esté dispuesta a servir al Señor.

José Smith poseía una tenacidad obstinada. No quería renunciar a Sion, a la construcción de la Nueva Jerusalén alrededor de un templo sagrado en el condado de Jackson, Misuri. Oliver Cowdery había sugerido recientemente que los Santos podrían empezar de nuevo en otro lugar. José se resistió a ese pensamiento. Les dijo a los santos de Misuri que el Señor quería que se aferraran a su tierra, no la vendieran, no renunciaran a Sion. Les prometió que Sion florecería a pesar del infierno, aunque no pretendió saber cómo ni cuándo.

José se describió a sí mismo como orando con fervor y con frecuencia en las últimas semanas después de que Sion fuera golpeada. No podía entender por qué. Incluso dijo que murmuró al respecto. La sección 100 consoló a José. Reforzó su fe en Sion, aunque no respondió a sus preguntas sobre cómo o cuándo el Señor devolvería a los santos a la tierra prometida. José escribió que basado en la sección 100,

sé que Sion será redimida en el debido tiempo del Señor; pero cuántos serán los días de su purificación, tribulación y aflicción, el Señor lo ha mantenido oculto de mis ojos; y cuando pregunto concerniente a este asunto, la voz del Señor es: ¡Quedaos tranquilos y sabed que yo soy Dios! Todos los que sufren por mi nombre reinarán conmigo y el que diere su vida por causa de mí la hallará otra vez[4].

La sección 100 alivió la ansiedad de José sobre la seguridad de su familia en el ambiente hostil de Kirtland, Ohio. Al regresar de su misión de un mes, dictó lo siguiente en el diario: “Encontré bien a mi familia de acuerdo con la promesa del Señor por la cual siento bendiciones al agradecer su santo nombre”[5].