Contexto histórico y antecedentes de DyC 42

Copia antigua de DyC 42
Copia antigua de DyC 42
Fuente: JosephSmithPapers.org

Resumen de Video

Breve Sinopsis por Steven C. Harper

“Desde que llegamos aquí, hemos recibido las leyes del reino y los discípulos de esta región las han recibido con mucho gusto”[1]. José había estado en Ohio menos de un mes cuando le escribió estas palabras a Martin Harris, quien se encontraba todavía en Palmyra, Nueva York, en febrero de 1831. Antes de la mudanza de José de Nueva York, el Señor le dio el mandamiento de que reuniera a la Iglesia en Ohio y prometió: “…allí os daré mi ley”[2]. Poco después de la llegada de José a Kirtland, él recibió la revelación prometida. Los primeros manuscritos lo titulaba “las Leyes de la Iglesia de Cristo” (ahora Doctrina y Convenios 42:1–73).

La necesidad de la revelación en este momento era apremiante. Cuando José llegó a Ohio, encontró que los santos de allí eran sinceros pero estaban confundidos con respecto a la enseñanza bíblica de que la multitud de los primeros cristianos “era de un corazón y un alma; y ninguno decía que era suyo nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común” (Hechos 4:32).

Muchos de los conversos de Ohio eran miembros de “la familia”, un grupo comunal que compartía el hogar y la granja de Lucy e Isaac Morley procurando ser verdaderos cristianos. Sus intenciones estaban en consonancia con la descripción que el propio José había recibido recientemente de la Sion de Enoc, donde el pueblo había alcanzado el ideal de ser “uno en corazón y voluntad” y había eliminado completamente la pobreza (Moisés 7:18). Sin embargo, sus prácticas mermaban el albedrío personal, la mayordomía y la responsabilidad, aunque se estaban “esforzando por hacer la voluntad de Dios, en la medida en que la conocían”[3]. Como consecuencia, los conversos estaban, según figura en la historia de José Smith, “dirigiéndose muy rápidamente a la destrucción en cuanto a las cosas temporales, porque pensaban al leer el pasaje que lo que pertenecía a un hermano pertenecía a todos los hermanos”[4].

Muy poco después de que José llegara a Ohio, el Señor le reveló lo siguiente: “…por vuestra oración de fe recibiréis mi ley para que sepáis cómo gobernar mi iglesia…”[5]. Unos días más tarde, José reunió a varios élderes y en “poderosa oración” le pidió al Señor que le revelara Su ley como se lo había prometido[6].

La revelación que José Smith recibió como respuesta confirmó el primer y grande mandamiento como la motivación para observar todos los demás, como la ley de consagración, lo cual sugiere que el amor por Dios es el motivo de esa práctica. Consagrar, según se enseñó a los primeros santos, significaba hacer sagradas sus propiedades al utilizarlas para la obra del Señor, como la compra de tierras para construir la Nueva Jerusalén y coronarla con un templo. La ley reveló que la consagración consistía, a partes iguales, en recibir y en dar, ya que el Señor prometió que cada santo fiel recibiría “suficiente para él y su familia” aquí y “salvación” en la vida venidera[7].

La ley aclaraba que la consagración no comprendía la propiedad común de los bienes. Más bien, esto requería el estar dispuestos a reconocer que el Señor es el propietario de todo, y que cada uno de los santos debe ser un industrioso “administrador de sus propios bienes”[8] y, en consecuencia, responsable ante el verdadero propietario: el Señor, quien requería que los santos ofrecieran libremente sus excedentes a su almacén para que se utilizaran para aliviar la pobreza y edificar Sion[9].

La fe de los conversos de Ohio en las revelaciones de José los llevó a alinear sus prácticas con el plan revelado por el Señor. Como se expresaba en la historia de José, “el plan de ‘propiedad común’ que había existido en lo que se llamó ‘la familia’, cuyos miembros por lo general habían aceptado el Evangelio sempiterno, fue abandonado con gusto por la ley más perfecta del Señor”[10].

A medida que pasaba el tiempo, el obispo Edward Partridge iba poniendo en práctica la ley lo mejor que podía, y los dispuestos santos firmaban escrituras para consagrar sus bienes a la Iglesia. Pero la obediencia a la ley era voluntaria y algunos santos se negaron. Otros no habían sido enseñados y muchos se encontraban dispersados[11]. Algunos santos rebeldes incluso denunciaron la ley ante el tribunal, lo cual condujo a refinar su formulación y a cambiar la manera de llevarla a la práctica.

Otros de los primeros santos entendían que los principios eternos de la ley (el albedrío, la mayordomía y la responsabilidad ante Dios) podrían aplicarse en situaciones cambiantes, como cuando Leman Copley decidió no consagrar su granja de Thompson, Ohio, y envió a los santos allí reunidos a Misuri para vivir la ley; u otra vez, cuando una turba los expulsó del condado de Jackson en 1833, lo que puso fin a la práctica del obispo de entregar y recibir escrituras de propiedades consagradas, pero no a la ley en sí. Al igual que la ley de consagración no dio comienzo en febrero de 1831, aunque se reveló en ese momento, tampoco terminó cuando algunos rechazaron obedecerla y otras personas se vieron frustradas en su intento. El presidente Gordon B. Hinckley enseñó que “la ley de sacrificio y la ley de consagración no se han abrogado y siguen vigentes”[12].

Además de explicar la ley de consagración, la sección 42 contestó muchas preguntas que tenían los santos. José y los élderes que se reunieron en febrero de 1831 para buscar revelación primero preguntaron si la Iglesia debía “congregarse en un solo lugar o continuar en establecimientos separados”. El Señor contestó con lo que es esencialmente los diez primeros versículos de la sección 42, pidiendo a los élderes que predicaran el Evangelio de dos en dos, declararan la palabra como los ángeles, invitaran a todos a arrepentirse y bautizaran a todas las personas que estuvieran dispuestas. Al congregar a los santos de todas las regiones en la Iglesia, los élderes prepararían el día en que el Señor revelaría la Nueva Jerusalén. Entonces seréis “congregados en uno”, dijo el Señor[13].

El Señor respondió después a una pregunta que había inquietado al cristianismo durante siglos: Si la iglesia de Cristo era una institución dotada de autoridad y ordenada, o bien un derramamiento sin límites del Espíritu y sus dones Algunas personas otorgaban una preponderancia extrema a los dones espirituales, y otras personas respondían con una reacción equivalente en el sentido opuesto, prescindiendo completamente de la espontaneidad del Espíritu para favorecer unas reglas rígidas. Ese dilema existía en la Iglesia primitiva en Ohio, y el Señor respondió a él con varias revelaciones, entre ellas Su ley. La ley no consideraba la Iglesia ni como estrictamente ordenada ni como libre de seguir el Espíritu. Más bien, requería que aquellos que se sabía que poseían la autoridad ordenaran predicadores para que enseñaran las Escrituras, y que las enseñaran por el poder del Espíritu Santo[14].

Otras partes de la ley reiteraban y comentaban los mandamientos que se revelaron a Moisés y contenían promesas de que recibirían más revelación dependiendo de la fidelidad de los santos a lo que habían recibido, como compartir el Evangelio[15]. Los élderes se preguntaban: “¿Cómo deben los élderes cuidar a su familia mientras estén proclamando el arrepentimiento o sirviendo a la Iglesia de otro modo?”[16]. El Señor contestó con lo que se convirtió en los versículos 70–73, y lo desarrolló más en revelaciones posteriores, las cuales actualmente se encuentran en Doctrina y Convenios 72:11–14 y 75:24–28.

Las versiones anteriores de la ley también incluyen respuestas breves a dos preguntas adicionales: Si la Iglesia debía tener relaciones comerciales (especialmente incurrir en deudas) con personas ajenas a la Iglesia, así como lo que los santos deberían hacer para dar cabida a los que venían a congregarse desde el este. Las respuestas se han eliminado de las versiones posteriores del texto, tal vez porque DyC 64:27–30 contesta la primera pregunta, mientras que la respuesta a la segunda es tan específica para un lugar y un tiempo pasados que quizá se consideró no relevante para las generaciones futuras[17].

[1] Joseph Smith letter to Martin Harris, Feb. 22, 1831, 1, josephsmithpapers.org.

[2] “Revelation, 2 January 1831 [D&C 38],” in Revelation Book 1, 52, josephsmithpapers.org; véase Doctrina y Convenios 38:32.

[3] Joseph Smith, “History, 1838–1856, volume A-1 [23 December 1805–30 August 1834],” 93, josephsmithpapers.org.

[4] “John Whitmer, History, 1831–circa 1847,” 11, josephsmithpapers.org.

[5] “Revelation, 4 February 1831 [D&C 41],” in Revelation Book 1, 61, josephsmithpapers.org; véase Doctrina y Convenios 41:3.

[6] “John Whitmer, History, 1831–circa 1847,” 12.

[7] “Revelation, 9 February 1831 [D&C 42:1–72],” 3, josephsmithpapers.org; véase Doctrina y Convenios 42:32.

[8] “Revelation, 9 February 1831 [D&C 42:1–72],” 3.

[9] See “Revelation, 9 February 1831 [D&C 42:1–72],” 3, 4.

[10] Joseph Smith, “History, 1838–1856, volume A-1 [23 December 1805–30 August 1834],” 93.

[11] See “John Whitmer, History, 1831–circa 1847,” 17.

[12] Gordon B. Hinckley, Teachings of Gordon B. Hinckley (Salt Lake City: Deseret Book, 1997), 639.

[13] “Revelation, 9 February 1831 [D&C 42:1–72],” 1–2.

[14] See “Revelation, 9 February 1831 [D&C 42:1–72],” 2.

[15] See “Revelation, 9 February 1831 [D&C 42:1–72],” 2–5.

[16] See “Revelation, 9 February 1831 [D&C 42:1–72],” 1–5. Este concepto se aclaró aún más en la edición de 1835 de Doctrina y Convenios.

[17] Una pregunta decía: “¿Hasta qué punto es la voluntad del Señor que tengamos tratos con el mundo y cómo deberíamos llevar a cabo nuestros tratos con ellos?” La respuesta fue: “No incurriréis en ninguna deuda con ellos y otra vez los élderes y el obispo deliberarán en consejo y harán según las indicaciones del espíritu lo que sea necesario”. La otra pregunta era: “¿Qué preparativos haremos para nuestros hermanos del este y cuándo [en otro manuscrito se pregunta dónde] y cómo?” El Señor respondió: “Se designará a tantos como sea necesario para ayudar al obispo a obtener emplazamientos, para que estén juntos en la mayor medida posible y según lo indique el Espíritu Santo” (“Revelation, 9 February 1831, [D&C 42:1–72]”6).

Contexto adicional, por Casey Paul Griffiths

Del minuto de Doctrina y Convenios

En una revelación del Señor, se le dijo a José Smith que se trasladara a Ohio y “allí os daré mi ley” (DyC 38:32). El día que José llegó a Ohio recibió otra revelación que en la que se le prometía: “[P]or vuestra oración de fe recibiréis mi ley para que sepáis cómo gobernar mi iglesia y poner todas las cosas en orden delante de mí” (DyC 41:3). Menos de una semana después, José Smith recibió otra revelación en presencia de doce élderes. Cuando el historiador de la Iglesia John Whitmer registró la revelación, la tituló “las Leyes de la Iglesia de Cristo”[1]. El título luego se redujo a “la ley”. Poco después de recibir la primera sección de la ley, José Smith le escribió a su amigo Martin Harris, indicándole: “Ven aquí tan pronto como puedas” e informándole: “Desde que llegamos aquí, hemos recibido las leyes del reino y los discípulos de esta región las han recibido con mucho gusto”[2].

Han sobrevivido varios manuscritos antiguos de esta revelación. La forma en que se registró la revelación sugiere que “la ley” fue originalmente una compilación de cinco revelaciones diferentes recibidas en respuesta a las preguntas formuladas por los élderes presentes en la reunión. La Iglesia originalmente pensó en la segunda sección solamente, que consistía en DyC 42:11–69 como “la ley”, pero con el tiempo la totalidad de la sección 42 se conoció con ese título. José Smith recibió respuestas reveladoras a sus preguntas, terminando cada sección con las palabras: “Así sea. Amén”. La copia de la revelación de John Whitmer que se encuentra en Revelation Book 1 incluye las preguntas que hicieron los élderes antes de cada sección de la revelación: “En primer lugar, ¿se reunirá la Iglesia en un solo lugar o continuará en establecimientos separados?”[3]. En segundo lugar, los élderes preguntaron acerca de “la ley que regula a la Iglesia en su situación actual hasta el momento de su recogimiento”[4]. La tercera pregunta se centró en “cómo deben los élderes disponer de sus familias mientras proclaman el arrepentimiento o si se dedican al servicio de la Iglesia”. La cuarta pregunta se refería a la relación de los santos con sus prójimos de otras religiones, preguntando: “¿Hasta qué punto es la voluntad del Señor que tengamos trato con el mundo? y [¿]cómo debemos tratarlos[?]”. Finalmente, los élderes preguntaron cuál era la mejor manera de ayudar a los santos a quienes se les había ordenado reunirse en Kirtland desde el este, preguntando: “[¿]Qué preparativos haremos para nuestros hermanos del este, y dónde, y cómo[?]”[5]. Las instrucciones que vinieron como respuesta a estas preguntas constituyen los versículos 1–72 de la sección 42.

El 23 de febrero, José Smith se reunió con siete élderes para preguntar “¿cómo deben actuar los élderes de la Iglesia en los aspectos de la ley dados por Jesucristo a la Iglesia”[6]. La revelación recibida en esta ocasión agregó tres secciones más a la ley, haciendo ocho en total. La sexta parte de la ley fue precedida por: “Un mandamiento sobre cómo actuar en casos de adulterio”[7] y abarca los versículos 74–77 del texto actual. Las secciones restantes de la ley eran simplemente “aspectos de la ley” y cubren los versículos 78 a 93 de la sección 42[8].

El punto central de la ley es la segunda sección, que reafirma y amplía los Diez Mandamientos señalados en el libro de Éxodo (DyC 42:18-29; Éxodo 20:1–17). Luego, la segunda sección presenta la ley de consagración (DyC 42:30–42), que está diseñada para ayudar a los pobres y necesitados a reunirse y encontrar bendiciones dentro del reino. Los santos de Kirtland ya tenían experiencia con la consagración antes de la llegada de José Smith, y el enfoque de la revelación en este principio parece haber sido en respuesta a las fervientes preguntas de los santos. En 1830, antes de convertirse a la Iglesia, Sidney Rigdon declaró en una reunión que “nuestra pretensión de seguir a los apóstoles en todas sus enseñanzas del Nuevo Testamento, requería una comunidad de bienes; que al establecer este orden en la iglesia modelo de Jerusalén, estábamos obligados a imitar su ejemplo”[9].

La ley de consagración se convirtió en un tema central de las siguientes revelaciones dadas a José Smith. Estimando de manera conservadora, al menos veinticuatro revelaciones en Doctrina y Convenios se refieren directamente a la consagración y a las instrucciones del Señor para implementar la práctica. Doctrina y Convenios 42 proporciona los principios fundamentales para llevar a cabo una de las misiones más importantes de la Iglesia: “cuidar de los necesitados”[10].

“Historical Introduction”, Revelation, 9 February 1831 [D&C 42:1–72]

“Historical Introduction”, Revelation, 23 February 1831 [D&C 42:74–93]

[1] Revelation, 9 February 1831 (DyC 42:1–72), pág. 3, JSP.

[2] Letter to Martin Harris, 22 February 1831, JSP.

[3] Revelation Book 1, pág. 62, JSP.

[4] Gilbert Notebook, pág. 15, JSP.

[5] Revelation Book 1, pág. 36, JSP.

[6] Revelation, 23 February 1831 (D&C 42:74–93), JSP.

[7] Revelation Book 1, pág. 8, JSP.

[8] Revelation, 5 January 1831, JSP.

[9] John Whitmer, History, 11, nota al pie 25, JSP.

[10] General Handbook, 2020, 1.2.2.