No hay nada en los registros históricos que nos diga qué problema(s) resolvió la sección 90, nada además de la revelación misma[1]. En tales casos, es muy importante leerla con atención. Está llena de instrucciones financieras. Es prudente concluir que José estaba preocupado por los costosos mandatos que el Señor había dado para comprar tierras en Misuri, establecer un almacén, imprimir las revelaciones y recoger a Israel en Sion.
La revelación se entregó, al menos en parte, para responder a las oraciones de José pidiendo perdón, mencionadas en el versículo 1, que también dice que las oraciones de los hermanos de José han llegado a los oídos del Señor. Parece que esos hermanos eran Sidney Rigdon, que había estado sirviendo como consejero de José, y Frederick Williams, quien solo unas semanas antes había recibido una revelación a través de José de que había sido “llamado a ser un consejero y escriba de… José”[2]. El Señor se refiere “además” a estos “hermanos” por su nombre en el versículo 6.
La sección 90 bendice a los que poseen las llaves del reino, la autoridad para ejercer el sacerdocio para gobernar la Iglesia de Jesucristo. Les concede los oráculos, las revelaciones para gobernar la Iglesia, y les ordena a los santos que no las tomen a la ligera.
La revelación da el siguiente paso en la formación de lo que la sección 81 llamó la “Presidencia del Sumo Sacerdocio”, o lo que se conoció en 1835 como la Primera Presidencia[3]. El Señor perdona a Sidney Rigdon y Frederick Williams y los hace igual a José en la posesión de las llaves del reino. Sin embargo, el versículo 9 aclara que José preside a sus consejeros, quienes presiden la tierra y son mandados por el Señor a difundir el evangelio y recoger a Israel en anticipación de Su venida.
A partir del versículo 13, el Señor le da a la Presidencia sus deberes cotidianos: terminar de revisar el Antiguo Testamento, presidir la Iglesia y la Escuela de los Profetas (véase la sección 88), recibir revelaciones según sea necesario, estudiar y aprender todo lo que puedan, y presidir y poner en orden la Iglesia.
Los versículos 13 hasta el final incluyen el tipo de revelación necesaria para poner en orden la Iglesia. Aquí el Señor gestiona a detalle sus asuntos con instrucciones específicas sobre una variedad de personas, propiedades y finanzas. José y sus consejeros son reprendidos por su orgullo y se les manda a ser mejores. La Iglesia debe proporcionar un hogar a Frederick Williams, quien había consagrado su granja para obedecer la misma revelación que lo llamaba a ser consejero de José. Los padres de José deben vivir en la granja de Frederick, Sidney debe permanecer donde él vive y el obispo deberá encontrar un agente lo suficientemente fiel y rico para ayudar a pagar las deudas de la Iglesia.
El Señor se refiere al convenio de la Firma Unida (sección 82) en el versículo 24, que es en sí mismo es un convenio. En el versículo 25, aconseja al padre de José que conserve sus recursos económicos no asumiendo la responsabilidad de más personas de las que pueda pagar en su avanzada edad. A Vienna Jacques, una bostoniana convertida que se había reunido con los santos y había consagrado su considerable riqueza, se le promete una herencia en Sion por su fidelidad.
No es el caso de William McLellin, a quien el Señor reprende después de que abandonara dos llamamientos misionales y eludiera la ley de consagración para comprar dos lotes en Main Street en Independence, Misuri (véanse las secciones 66, 75 y 85)[4]. El Señor también reprendió a los líderes de la Iglesia en Sion que estaban acosando a José para que fuera a vivir a Misuri.
Diez días después de la revelación, se reunió un consejo de sumos sacerdotes. José ordenó a Sidney Rigdon y a Frederick Williams “por la imposición de manos para que fueran iguales a él en la posesión de las llaves del Reino y también en la Presidencia del sumo sacerdocio”[5].
Las presiones para edificar Sion pesaron sobre José. Se puede escuchar entre líneas que José no sabía cómo resolver algunos problemas urgentes, pero el Señor sí. Le enseñó a José cómo afrontar situaciones, diseñar estrategias, delegar, prepararse y seguir adelante. La revelación le aseguró a José que las llaves serían suyas para siempre y que recibiría las revelaciones cuando las necesitara. La sección 90 atendió la ansiedad, la incertidumbre y el estrés de José. Sion “no será quitada de su lugar. Yo, el Señor, lo he decretado” (DyC 90:37). Si el Señor estaba tan tranquilo y confiado en Sion, José también podía estarlo. Necesitaría esa tranquilidad. Las cosas en Sion estaban a punto de empeorar.
[1] “Revelation, 8 March 1833 [D&C 90]”, pág. [1], The Joseph Smith Papers, consultado el 9 de octubre de 2020.
[2] Revelation 5 January 1834 [1833], Frederick G. Williams Papers, Church History Library, Salt Lake City.
[2] “Revelation, 15 March 1832 [D&C 81]”, pág. 18, The Joseph Smith Papers, consultado el 9 de octubre de 2020.
[4] William McLellin to relatives, August 4, 1832, mecanografiado, Community of Christ Archives, Independence, Missouri.
[5] “Minutes, 18 March 1833”, pág. 16, The Joseph Smith Papers, consultado el 9 de octubre de 2020; “License for Frederick G. Williams, 20 March 1833”, pág. [1], The Joseph Smith Papers, consultado el 9 de octubre de 2020.
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