Encuentre comentarios útiles sobre los versículos que aparecen a continuación para comprender mejor el mensaje de esta revelación.
1-4
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
El Señor proporciona dos razones por las que se permitió que los santos del condado de Jackson fueran perseguidos. Primero, el Señor permitió que “lleg[ara] al colmo la medida de [las] iniquidades [de los malvados]” (DyC 103:3). El Libro de Mormón registra una situación similar en la que Alma y Amulek se ven obligados a presenciar el asesinato a sangre fría de hombres, mujeres y niños inocentes a manos de los inicuos. Cuando Amulek le pide a Alma que use el poder del sacerdocio para poner fin al derramamiento de sangre, Alma responde que la influencia del Espíritu le impidió actuar. Luego le enseña a Amulek que el Señor “permite que el pueblo les haga esto, según la dureza de sus corazones, para que los juicios que en su ira envíe sobre ellos sean justos; y la sangre del inocente será un testimonio en su contra, sí, y clamará fuertemente contra ellos en el postrer día” (Alma 14:11).
En segundo lugar, el Señor permitió que los santos fueran perseguidos para castigarlos “porque no escucharon del todo los preceptos y mandamientos que les di[o]” (DyC 103:4). Aquí el Señor simplemente enfatiza lo que se dio en una revelación anterior: los santos “profanaron sus heredades” debido a “riñas, y contiendas, y envidias, y disputas, y deseos sensuales y codiciosos entre ellos” (DyC 101:6). Pero aunque los santos del condado de Jackson eran culpables de transgresión, no fueron desechados. El Señor tenía más cosas que hacer por ellos. El propósito principal de la sección 103 es reunir al resto de la Iglesia para ayudar a los santos que sufren en Misuri.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
5-10
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
Incluso durante este tiempo de sufrimiento, el Señor sigue extendiendo Su mano hacia los santos, si “desde esta misma hora escuchan el consejo” que Él les da (DyC 103:5). El Señor tiene grandes expectativas para los santos y declara que el propósito de ellos es ser “una luz al mundo, y ser los salvadores de los hombres” (DyC 103:9). Obsérvese que a los santos se les da el título de “salvadores” con s minúscula; ellos no están al mismo nivel que el Salvador Jesucristo. El título “salvadores” está vinculado a la profecía de Abdías de que “subirán salvadores al monte Sion” (Abdías 1:20). Esta profecía y el concepto de que los santos se convertirían en “salvadores” cobrarían mayor importancia a medida que se revelara a José Smith la teología de la Restauración, específicamente la función de las ordenanzas del templo.
Las tribulaciones de los santos en Ohio y Misuri fueron desgarradoras para el alma, pero ayudaron a perfeccionar a los santos y llevarlos a ser personas que verdaderamente pudieran actuar como “salvadores en el monte Sion” para el resto de la raza humana.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
11-20
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
En el versículo 15, el Señor declara que “la redención de Sion tiene que venir por poder”. Esta profecía se cumplirá, aunque no conocemos el plazo. El Salvador dice específicamente que Él “levantar[á] a mi pueblo un varón que lo guiará, como Moisés gui[ó] a los hijos de Israel” (DyC 103:16). Para conocer la identidad de este Moisés moderno, no necesitamos mirar más allá de Doctrina y Convenios 107:91, en el que el Señor declara que “el Presidente del oficio del sumo sacerdocio está [llamado] a presidir a toda la iglesia, y ser semejante a Moisés” (DyC 107:91). Cuando por fin se lleve a cabo la redención de Sion, estará bajo la dirección del Presidente de la Iglesia, quienquiera que sea en ese día.
Además, el Señor identifica a los santos con los hijos de Israel y la posteridad de Abraham, diciéndoles que serán guiados, “tal como fueron guiados vuestros padres” (DyC 103:18). El día de la redención de Sion será un tiempo de milagros. Así como los israelitas presenciaron la separación del Mar Rojo, siguieron una columna de fuego y comieron maná del cielo, sus descendientes de los últimos días verán milagros similares. Al mismo tiempo, cuando comparamos la edificación de Sion con el éxodo de los hijos de Israel de Egipto, también debemos tener en cuenta el énfasis del Señor en la pureza de Su pueblo. El Señor permitió que los hijos de Israel deambularan durante cuarenta años antes de que estuvieran listos para mudarse a su tierra prometida. No sabemos cuánto tiempo durará el período de purificación de los Santos de los Últimos Días antes de que finalmente podamos construir la ciudad santa del Señor.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
21-28
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
El Señor identifica a José Smith como el siervo al que se refiere la parábola de la redención de Sion (véase DyC 101:55). Aunque el Señor dijo a los santos que la redención de Sion vendría “por poder” (DyC 103:15), esta frase no se refiere a la violencia por parte de los santos. Un repaso rápido de las revelaciones de Doctrina y Convenios mostrará que se instruyó continuamente a los santos para comprar las tierras en Sion (DyC 103:23) y obtener la tierra a través de medios pacíficos y legales (véase DyC 42:5; 45:65–66; 48:4–5; 57:4–6; 58:49–42; 63:27–30; 101:70–71; 105:28–30).
A ninguno de los hombres que decidieron viajar con el Campamento de Sion se le pidió que disparara un tiro con ira. El conflicto más importante que experimentó la expedición se produjo cuando llegaron a Fishing River, a solo dieciséis kilómetros de los asediados santos de Misuri. Mientras los miembros del campo de Sion levantaban sus tiendas, cinco hombres entraron en el campamento. Los visitantes agitaron sus armas y anunciaron que más de trescientos hombres vendrían para destruir a los santos. Alarmado por esta visita, José colocó guardias alrededor del área, y un miembro del campamento le rogó al Profeta que primero atacara al populacho. En cambio, José le dijo al grupo “quédense quietos y vean la salvación de Dios” [1].
Poco después de la declaración de José, nubes oscuras se acumularon en el cielo. Nathan Baldwin, miembro del campamento, recuerda: “apareció un pequeño nubarrón por el oeste que aumentó de tamaño, hasta que pronto todo el cielo azul se tiñó de gris, mostrando un aspecto vengativo mientras la lluvia descendía en torrentes, rugían los vientos y se veían y oían relámpagos y truenos tan intensos como rara vez se ven y se oyen” [2].
Una tormenta de furia abrumadora estalló sobre el campamento, expulsando a los miembros del Campamento de Sion de sus tiendas en busca de un mejor refugio. Muchos de los miembros del campo se agruparon en una pequeña iglesia cercana. Mientras se acurrucaban dentro del edificio, José Smith entró, sacudiendo el agua de su sombrero y ropa. Miró a su alrededor y exclamó con exuberancia: “Muchachos, hay un significado en todo esto —exclamó—. ¡Dios está en esta tormenta!”. Mientras la tormenta continuaba rugiendo, los hombres permanecieron acurrucados en la iglesia, cantando himnos durante toda la noche. Nathan Baldwin escribió más tarde: “Previamente, el Señor había dicho que Él libraría las batallas de Sus santos, y parecía que el mandato de utilizar la artillería de los cielos en defensa de Sus santos hubiera salido directamente de Su presencia” [3].
Cuando salieron por la mañana, los miembros del campamento encontraron que sus pertenencias estaban esparcidas, pero nada había sufrido daños irreparables. Además, el río que los separaba de sus enemigos había crecido dramáticamente durante la noche, aislándolos de un posible ataque. En una historia posterior, José Smith recuerda que sus enemigos “declararon que si esa era la forma en que Dios luchaba por los mormones, ellos también podrían dedicarse a sus asuntos”[4].
[1]Saints: The Story of the Church of Jesus Christ in the Latter Days, vol. 1, The Standard of Truth, 1815–1846, 2018, 203–204.
[2] Matthew C. Godfrey, “La ofrenda aceptable del Campo de Sion”, en Revelaciones en contexto, en línea en churchofjesuschrist.org/.
Aunque el Señor en el versículo 30 instruyó a los líderes de la Iglesia que podían reclutar hasta 500 hombres para la expedición a Sion, al final el Campo de Sion contaba con unos 205 hombres y aproximadamente 25 mujeres y niños[1]. El 3 de mayo de 1834, José Smith dirigió el grupo principal de Kirtland. Un grupo más pequeño abandonó el territorio de Michigan el 5 de mayo bajo el liderazgo de Lyman Wight y Hyrum Smith.
José Smith tenía fe en el Señor y en el encargo que se le había dado de dirigir el campamento, pero también le preocupaba el tamaño de su grupo. Un mes después de haber iniciado la expedición, escribió a su esposa, Emma, “el campamento está en buenas condiciones, tanto como podría esperarse; pero nuestros números y nuestros medios son demasiado pocos para el logro de una empresa tan grande”[2]. Aún así, José tenía la esperanza de que un milagro redimiera a Sion. “Creemos que la mano del Señor está en ello”, le escribió a Emma. “Ahora es el momento de que la Iglesia en el extranjero venga a Sion. Oramos día y noche para que Dios abra el corazón de las Iglesias a fin de que aporten hombres y medios que nos asistan, para la redención y la edificación de Sion” [3].
[1] Matthew C. Godfrey, “La ofrenda aceptable del campo de Sion”, en Revelaciones en contexto, en línea en churchofjesuschrist.org.
[2] Letter to Emma Smith, 4 June 1834, p. 57, JSP.
[3] Letter to Emma Smith, 4 June 1834, p. 57, JSP.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
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Comentario sobre DyC 103
/ Doctrina y Convenios 103 / Comentario
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Casey Paul Griffiths (académico SUD)
El Señor proporciona dos razones por las que se permitió que los santos del condado de Jackson fueran perseguidos. Primero, el Señor permitió que “lleg[ara] al colmo la medida de [las] iniquidades [de los malvados]” (DyC 103:3). El Libro de Mormón registra una situación similar en la que Alma y Amulek se ven obligados a presenciar el asesinato a sangre fría de hombres, mujeres y niños inocentes a manos de los inicuos. Cuando Amulek le pide a Alma que use el poder del sacerdocio para poner fin al derramamiento de sangre, Alma responde que la influencia del Espíritu le impidió actuar. Luego le enseña a Amulek que el Señor “permite que el pueblo les haga esto, según la dureza de sus corazones, para que los juicios que en su ira envíe sobre ellos sean justos; y la sangre del inocente será un testimonio en su contra, sí, y clamará fuertemente contra ellos en el postrer día” (Alma 14:11).
En segundo lugar, el Señor permitió que los santos fueran perseguidos para castigarlos “porque no escucharon del todo los preceptos y mandamientos que les di[o]” (DyC 103:4). Aquí el Señor simplemente enfatiza lo que se dio en una revelación anterior: los santos “profanaron sus heredades” debido a “riñas, y contiendas, y envidias, y disputas, y deseos sensuales y codiciosos entre ellos” (DyC 101:6). Pero aunque los santos del condado de Jackson eran culpables de transgresión, no fueron desechados. El Señor tenía más cosas que hacer por ellos. El propósito principal de la sección 103 es reunir al resto de la Iglesia para ayudar a los santos que sufren en Misuri.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
Incluso durante este tiempo de sufrimiento, el Señor sigue extendiendo Su mano hacia los santos, si “desde esta misma hora escuchan el consejo” que Él les da (DyC 103:5). El Señor tiene grandes expectativas para los santos y declara que el propósito de ellos es ser “una luz al mundo, y ser los salvadores de los hombres” (DyC 103:9). Obsérvese que a los santos se les da el título de “salvadores” con s minúscula; ellos no están al mismo nivel que el Salvador Jesucristo. El título “salvadores” está vinculado a la profecía de Abdías de que “subirán salvadores al monte Sion” (Abdías 1:20). Esta profecía y el concepto de que los santos se convertirían en “salvadores” cobrarían mayor importancia a medida que se revelara a José Smith la teología de la Restauración, específicamente la función de las ordenanzas del templo.
Las tribulaciones de los santos en Ohio y Misuri fueron desgarradoras para el alma, pero ayudaron a perfeccionar a los santos y llevarlos a ser personas que verdaderamente pudieran actuar como “salvadores en el monte Sion” para el resto de la raza humana.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
En el versículo 15, el Señor declara que “la redención de Sion tiene que venir por poder”. Esta profecía se cumplirá, aunque no conocemos el plazo. El Salvador dice específicamente que Él “levantar[á] a mi pueblo un varón que lo guiará, como Moisés gui[ó] a los hijos de Israel” (DyC 103:16). Para conocer la identidad de este Moisés moderno, no necesitamos mirar más allá de Doctrina y Convenios 107:91, en el que el Señor declara que “el Presidente del oficio del sumo sacerdocio está [llamado] a presidir a toda la iglesia, y ser semejante a Moisés” (DyC 107:91). Cuando por fin se lleve a cabo la redención de Sion, estará bajo la dirección del Presidente de la Iglesia, quienquiera que sea en ese día.
Además, el Señor identifica a los santos con los hijos de Israel y la posteridad de Abraham, diciéndoles que serán guiados, “tal como fueron guiados vuestros padres” (DyC 103:18). El día de la redención de Sion será un tiempo de milagros. Así como los israelitas presenciaron la separación del Mar Rojo, siguieron una columna de fuego y comieron maná del cielo, sus descendientes de los últimos días verán milagros similares. Al mismo tiempo, cuando comparamos la edificación de Sion con el éxodo de los hijos de Israel de Egipto, también debemos tener en cuenta el énfasis del Señor en la pureza de Su pueblo. El Señor permitió que los hijos de Israel deambularan durante cuarenta años antes de que estuvieran listos para mudarse a su tierra prometida. No sabemos cuánto tiempo durará el período de purificación de los Santos de los Últimos Días antes de que finalmente podamos construir la ciudad santa del Señor.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
El Señor identifica a José Smith como el siervo al que se refiere la parábola de la redención de Sion (véase DyC 101:55). Aunque el Señor dijo a los santos que la redención de Sion vendría “por poder” (DyC 103:15), esta frase no se refiere a la violencia por parte de los santos. Un repaso rápido de las revelaciones de Doctrina y Convenios mostrará que se instruyó continuamente a los santos para comprar las tierras en Sion (DyC 103:23) y obtener la tierra a través de medios pacíficos y legales (véase DyC 42:5; 45:65–66; 48:4–5; 57:4–6; 58:49–42; 63:27–30; 101:70–71; 105:28–30).
A ninguno de los hombres que decidieron viajar con el Campamento de Sion se le pidió que disparara un tiro con ira. El conflicto más importante que experimentó la expedición se produjo cuando llegaron a Fishing River, a solo dieciséis kilómetros de los asediados santos de Misuri. Mientras los miembros del campo de Sion levantaban sus tiendas, cinco hombres entraron en el campamento. Los visitantes agitaron sus armas y anunciaron que más de trescientos hombres vendrían para destruir a los santos. Alarmado por esta visita, José colocó guardias alrededor del área, y un miembro del campamento le rogó al Profeta que primero atacara al populacho. En cambio, José le dijo al grupo “quédense quietos y vean la salvación de Dios” [1].
Poco después de la declaración de José, nubes oscuras se acumularon en el cielo. Nathan Baldwin, miembro del campamento, recuerda: “apareció un pequeño nubarrón por el oeste que aumentó de tamaño, hasta que pronto todo el cielo azul se tiñó de gris, mostrando un aspecto vengativo mientras la lluvia descendía en torrentes, rugían los vientos y se veían y oían relámpagos y truenos tan intensos como rara vez se ven y se oyen” [2].
Una tormenta de furia abrumadora estalló sobre el campamento, expulsando a los miembros del Campamento de Sion de sus tiendas en busca de un mejor refugio. Muchos de los miembros del campo se agruparon en una pequeña iglesia cercana. Mientras se acurrucaban dentro del edificio, José Smith entró, sacudiendo el agua de su sombrero y ropa. Miró a su alrededor y exclamó con exuberancia: “Muchachos, hay un significado en todo esto —exclamó—. ¡Dios está en esta tormenta!”. Mientras la tormenta continuaba rugiendo, los hombres permanecieron acurrucados en la iglesia, cantando himnos durante toda la noche. Nathan Baldwin escribió más tarde: “Previamente, el Señor había dicho que Él libraría las batallas de Sus santos, y parecía que el mandato de utilizar la artillería de los cielos en defensa de Sus santos hubiera salido directamente de Su presencia” [3].
Cuando salieron por la mañana, los miembros del campamento encontraron que sus pertenencias estaban esparcidas, pero nada había sufrido daños irreparables. Además, el río que los separaba de sus enemigos había crecido dramáticamente durante la noche, aislándolos de un posible ataque. En una historia posterior, José Smith recuerda que sus enemigos “declararon que si esa era la forma en que Dios luchaba por los mormones, ellos también podrían dedicarse a sus asuntos”[4].
[1] Saints: The Story of the Church of Jesus Christ in the Latter Days, vol. 1, The Standard of Truth, 1815–1846, 2018, 203–204.
[2] Matthew C. Godfrey, “La ofrenda aceptable del Campo de Sion”, en Revelaciones en contexto, en línea en churchofjesuschrist.org/.
[3] Godfrey, “Ofrenda aceptable”.
[4] JS, History, vol. A-1, págs. 15-16 [adiciones], JSP.
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Aunque el Señor en el versículo 30 instruyó a los líderes de la Iglesia que podían reclutar hasta 500 hombres para la expedición a Sion, al final el Campo de Sion contaba con unos 205 hombres y aproximadamente 25 mujeres y niños[1]. El 3 de mayo de 1834, José Smith dirigió el grupo principal de Kirtland. Un grupo más pequeño abandonó el territorio de Michigan el 5 de mayo bajo el liderazgo de Lyman Wight y Hyrum Smith.
José Smith tenía fe en el Señor y en el encargo que se le había dado de dirigir el campamento, pero también le preocupaba el tamaño de su grupo. Un mes después de haber iniciado la expedición, escribió a su esposa, Emma, “el campamento está en buenas condiciones, tanto como podría esperarse; pero nuestros números y nuestros medios son demasiado pocos para el logro de una empresa tan grande”[2]. Aún así, José tenía la esperanza de que un milagro redimiera a Sion. “Creemos que la mano del Señor está en ello”, le escribió a Emma. “Ahora es el momento de que la Iglesia en el extranjero venga a Sion. Oramos día y noche para que Dios abra el corazón de las Iglesias a fin de que aporten hombres y medios que nos asistan, para la redención y la edificación de Sion” [3].
[1] Matthew C. Godfrey, “La ofrenda aceptable del campo de Sion”, en Revelaciones en contexto, en línea en churchofjesuschrist.org.
[2] Letter to Emma Smith, 4 June 1834, p. 57, JSP.
[3] Letter to Emma Smith, 4 June 1834, p. 57, JSP.
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