Comentario sobre DyC 104

Encuentre comentarios útiles sobre los versículos que aparecen a continuación para comprender mejor el mensaje de esta revelación.

1-10

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

El mandamiento al que se refiere el Señor en el versículo 4 es muy probablemente una referencia a Doctrina y Convenios 98:19–22. En esa revelación, dada unos ocho meses antes, el Señor expresó Su desagrado hacia los santos de Kirtland, diciendo:

[P]orque no abandonan sus pecados, ni sus malas costumbres, ni el orgullo de sus corazones, ni su codicia ni todas sus cosas abominables, para observar las palabras de sabiduría y de vida eterna que yo les he dado. De cierto os digo, que yo, el Señor, los disciplinaré y haré lo que yo tenga a bien, si no se arrepienten y observan todo lo que les he dicho. Y de nuevo os digo, si procuráis hacer todo lo que os mando, yo, el Señor, apartaré toda ira e indignación de vosotros, y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de vosotros.

Doctrina y Convenios 104 declara que los miembros de la orden eran culpables de codicia. Entrar en la Orden Unida supuso un sacrificio considerable, y muchos de los santos lucharon por tener fe en que el Señor les proveería. Brigham Young recuerda después:

En el otoño de 1833, muchos de los hermanos se habían reunido en Kirtland y, al no encontrar un empleo adecuado y tener algunas dificultades para recibir su retribución después de haber trabajado, varios se fueron a Willoughby, Painesville y Cleveland. Les dije que me había reunido en Kirtland porque así me lo había indicado el Profeta de Dios, y que no me iría a Willoughby, Painesville, Cleveland ni a ningún otro lugar para edificar a los gentiles, sino que me quedaría aquí y buscaría las cosas pertenecientes al reino de Dios escuchando las enseñanzas de sus siervos, y que debería trabajar por mis hermanos y confiar en Dios y en que me pagarían. Trabajé para el hermano Cahoon y terminé su casa, y aunque él no sabía que podía pagarme cuando comencé, antes de que terminara me pagó por completo. Luego me puse a trabajar para el padre John Smith y otros, quienes me pagaron y me mantuvieron en Kirtland, y cuando los hermanos que habían salido a trabajar para los gentiles regresaron, yo disponía de recursos, aunque algunos de ellos eran limitados[1].

Según esta revelación, los santos no se habían comprometido cabalmente a trabajar y servir en su propia comunidad. Esta falta de compromiso les impidió vivir plenamente los principios de la ley de consagración. Debido a sus “palabras fingidas” (DyC 104:4), la orden fue maldecida y no prosperó.

[1] Manuscript History of Brigham Young,ed. Elden Jay Watson, 1968, pág. 7.

 

(El minuto de Doctrina y Convenios)

11-16

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

El Señor en el versículo 11 indica a los miembros de la Orden que tomen los bienes colectivos de la orden y los dividan en mayordomías individuales. La publicación original de la revelación (y en parte hasta la edición de 1981 de Doctrina y Convenios) se refería a aquellos que iban a recibir estas mayordomías con seudónimos. Es posible que estos seudónimos se hayan utilizado en parte para evitar que las personas enfrenten litigios por parte de enemigos de la Iglesia.

Más allá de la división de la propiedad en Kirtland, la revelación destaca la importancia de las mayordomías en la ley de consagración. Desde el momento en que se reveló la ley por primera vez, el Señor ha hecho hincapié en la mayordomía junto con el sacrificio comunitario (véase DyC 42:32). Si bien los miembros de Kirtland se sacrificaban para mejorar la situación de los pobres y los necesitados, también se les dio el mandamiento de administrar sus mayordomías individuales, que se consideraban esencialmente propiedad privada. Al mismo tiempo, el uso de la palabra mayordomo sirvió como recordatorio a los santos de que todo lo que poseían realmente pertenecía a Dios. Para convertirnos en buenos mayordomos, debemos ser guiados por Dios para encontrar formas de usar nuestras bendiciones temporales y espirituales para bendecir la vida de los demás.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

17-18

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

Las creaciones de Dios nos son dadas para proveer nuestro bienestar y ayudarnos a progresar y crecer. Cuando el Señor enseña en el versículo 17 que “la tierra está llena, y hay suficiente y de sobra”, esto no significa que podamos usar imprudentemente nuestros recursos de la forma que elijamos. La siguiente frase: “[Yo] he concedido a los hijos de los hombres que sean sus propios agentes” (DyC 104:17), muestra que el Señor desea que seamos mayordomos sabios de los preciados recursos que poseemos. No es la escasez de recursos, sino una mala administración de los mismos, lo que causa la mayor parte de la pobreza y el sufrimiento en el mundo.

En los versículos 17–18, el Señor alude a la parábola del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19–31). En la parábola, el rico se niega a ayudar a Lázaro, un mendigo que vive en las condiciones más difíciles. Después de que sus vidas terminan, el rico mira desde el infierno a Lázaro, quien está contento en el seno de Abraham. Cuando el rico pide auxilio, Abraham le dice: “Hijo, acuérdate de que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, por su parte, males; pero ahora este es consolado aquí, y tú eres atormentado” (Lucas 16:25). El mensaje es claro. El dinero no es bueno ni malo; determinamos nuestro destino eterno en parte por cómo lo usamos. Aquellos que esconden y atesoran sus bendiciones como el rico se encontrarán en tormento. Mientras tanto, aquellos que dan de su abundancia y buscan formas de sustentar y ayudar a todos los que los rodean se verán recompensados con bendiciones en la próxima vida, donde el dinero es insignificante.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

19-46

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

En los versículos 19–46, el Señor divide las propiedades de la firma unida en mayordomías individuales entre sus miembros. En su mayor parte, los activos de la empresa que se describen aquí se transfirieron a miembros que ya vivían en esas propiedades. La propiedad legal cambió de la firma unida a la individual. Como se mencionó anteriormente, cuando esta revelación se publicó por primera vez, esta sección contenía nombres en clave para evitar que los miembros de la firma “fueran sometidos a un escrutinio innecesario por parte de un público a veces hostil y acreedores similares”[1]. La Iglesia usó cincuenta y cuatro nombres en clave para los nombres de funcionarios, propiedades comerciales y lugares. Quizás el cambio más significativo fue que las palabras “Firma unida” se cambiaron por “Orden unida”. La práctica de usar nombres en clave para proteger a las personas de la Iglesia también se siguió en otras revelaciones[2].

Los cambios a la firma reflejaron la flexibilidad de los principios de la ley de consagración. La firma unida jugó un papel importante en su tiempo, pero cuando se recibió la sección 104, las necesidades de la Iglesia estaban cambiando. Un erudito señala: “La firma, mientras aplicaba los principios de consagración y mayordomía, era el medio por el cual la Iglesia naciente trató de lograr su misión temporal. Por lo tanto, el Profeta usó su junta de administradores para ayudar a construir el Reino antes de que se desarrollaran los cuórumes de liderazgo de alto nivel para ayudarlo en su trabajo”[3]. En los meses posteriores a esta revelación, los consejos de la Iglesia comenzaron a hacerse cargo de la obra de la firma unida. Esto comenzó primero con el sumo consejo organizado en Kirtland (DyC 102) y continuó hasta la organización de un Obispado Presidente, el Cuórum de los Doce y los Cuórumes de los Setenta (DyC 107). Los hombres enumerados en esta revelación, a pesar de sus defectos, merecen reconocimiento y gratitud por el papel que desempeñaron al ayudar a ayudar a la Iglesia mientras aún se estaban revelando sus cuórumes presidentes.

[2] Max H. Parkin, “Joseph Smith and the United Firm,” BYU Studies 46 , no. 3 (2007):13.

[2] Parkin, 58. Las otras escrituras en las que se encuentran nombres en clave son Doctrina y Convenios 78:4, 8; 82:11, 20; 92: 1-2; y 96:2, 4, 6, 8.

[3] Parkin, “Joseph Smith and the United Firm”, pág. 66.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

47-53

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

Antes de que se recibiera Doctrina y Convenios 104, la firma unida representaba los intereses de la Iglesia tanto en Ohio como en Misuri. En esta revelación, el Señor ordenó a los líderes que separaran la firma unida en dos ramas separadas, una en Kirtland y la otra en Misuri. El Señor explica que esta separación fue “mandad[a]… para vuestra salvación”, refiriéndose a la salvación financiera de la Iglesia (DyC 104:51). Además, las pérdidas sufridas por la orden de Misuri fueron tan grandes que amenazaron con arruinar a toda la Iglesia. El Señor tenía la intención de que los santos pagaran sus deudas (DyC 104:78), y la separación legal les dio a los santos de Kirtland más tiempo para recaudar fondos para pagar las deudas contraídas por los santos de Misuri (DyC 104:84–85)[1].

[6] Stephen E. Robinson and H. Dean Garrett, A Commentary on the Doctrine and Covenants,2005, 3:217–18.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

54-66

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

En un mandamiento que destaca la importancia de las Escrituras, el Señor dirige a los líderes de la Iglesia a crear dos tesorerías, una “tesorería sagrada” y “otra tesorería” (DyC 104:66–67). La tesorería sagrada estaba destinado a albergar “cosas sagradas” publicadas por la Iglesia y los “beneficios” o ganancias de las ventas de estas publicaciones[1]. La “plenitud de mis Escrituras” (DyC 104:58) probablemente se refiere a la obra del Profeta para producir una nueva traducción de la Biblia. En 1835, José Smith escribió una carta a los santos en la que decía: “Ahora estamos comenzando a preparar e imprimir la Nueva Traducción, junto con todas las revelaciones que Dios se ha complacido en darnos en estos últimos días, y como estamos en necesidad de fondos para continuar con una obra tan grande y gloriosa, hermanos, queremos que ustedes hagan una donación y nos presten todos los medios o el dinero que puedan para que estemos capacitados para realizar la obra como un gran medio para la salvación de los hombres”[2].

Desafortunadamente, la persecución y la falta de apoyo financiero de los santos impidieron que José Smith publicara su nueva traducción de la Biblia durante su vida. Sin embargo, este mandamiento de apartar un tesoro sagrado destaca la comisión dada a los santos de presentar las Escrituras al mundo. Una gran parte de los recursos de la Iglesia se dedican a asegurar que “la plenitud de mis Escrituras, las revelaciones que os he dado y las que más adelante os daré de cuando en cuando” (DyC 104:58) estén ampliamente disponibles. En los primeros días de la Restauración, seguir este mandamiento significaba imprimir libros físicos; En nuestro tiempo, los recursos de la Iglesia se utilizan para compartir la palabra de Dios en una amplia variedad de entornos y medios, que incluyen películas, recursos en línea, redes sociales y trabajo misionero de persona a persona.

[1] “Historical Introduction,” Revelation, 23 April 1834 [D&C 104], JSP.

[2] Letter to Church Brethren, 15 June 1835, p. 1, JSP.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

67-77

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

La otra tesorería designada por el Señor consistiría en el dinero obtenido mediante el uso sabio de las mayordomías individuales. A ningún miembro de la firma se le otorgó poder para utilizar las ganancias generadas por este fondo. En cambio, el Señor ordenó a los miembros de la firma unida que usaran la ley del consentimiento común para gobernar el uso de este fondo (DyC 104:71), y da advertencias estrictas a los tesoreros elegidos para administrar estos fondos.

Si bien las finanzas no se ven tradicionalmente como un campo espiritual, el Señor usa las palabras “fieles” y “sabio[s]” para describir a los llamados a administrar las finanzas. Tanto la fe como la sabiduría son dones del espíritu (DyC 46:14, 17–18). Al llamar a los oficiales de la Iglesia para que trabajen en finanzas, el Manual General de la Iglesia ofrece la siguiente guía: “La integridad de todos los secretarios deberá ser incuestionable y deberán demostrar que están dispuestos a seguir los mandamientos del Señor. Deben llevar los registros con honestidad y esmero. También deben ser maestros y administradores competentes. El secretario asignado a las finanzas debe tener las aptitudes necesarias para el manejo de los asuntos financieros. Llamar a secretarios que reúnan esos requisitos contribuirá a que tengan consigo el Espíritu del Señor al trabajar con los asuntos financieros y los registros de la Iglesia”[1].

[1] Manual general, 33.2.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

78-86

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

En los versículos 83–84, y en otras partes de Doctrina y Convenios, el Señor se refiere a la deuda excesiva como “servidumbre” (DyC 19:35). La Iglesia a veces ha luchado con la deuda debido a persecuciones pasadas. Sin embargo, los líderes de la Iglesia de hoy se esfuerzan por seguir los principios que se dan aquí para evitar las deudas. Al explicar los principios financieros que guían a la Iglesia, el presidente Gordon B. Hinckley ha dicho:

Con respecto a las finanzas de la Iglesia, seguimos dos principios básicos y fijos: Uno, que la Iglesia no gaste mas de lo que reciba. . Y dos, que se aparte un porcentaje fijo de los ingresos para tener ciertas reservas, a fin de estar preparados para épocas difíciles. Durante años la Iglesia ha enseñado a sus miembros el principio de almacenar alimentos y ahorrar dinero para casos de emergencia. Hemos tratado de aplicar el mismo principio a la Iglesia, como institución[1].

[1] Gordon B. Hinckley, “La situación de la Iglesia”, Conferencia General de abril de 1991.

(El minuto de Doctrina y Convenios)

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

(El minuto de Doctrina y Convenios)

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

(El minuto de Doctrina y Convenios)

Casey Paul Griffiths (académico SUD)

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