Encuentre comentarios útiles sobre los versículos que aparecen a continuación para comprender mejor el mensaje de esta revelación.
1-5
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
José Smith había prometido a los santos más instrucciones sobre el tema de los bautismos por los muertos (DyC 127:10). En los versículos 1 al 5, expone el trasfondo bíblico de esta práctica. José frecuentemente compartía cómo la práctica de las ordenanzas vicarias por los muertos es una parte esencial del plan que Dios “dispuso antes de la fundación del mundo” (DyC 128:5). En un artículo publicado en el Times and Seasons el 15 de abril de 1842, José Smith instruyó:
El gran Jehová contempló todos los acontecimientos relacionados con la tierra, en lo que al plan de salvación concierne, antes que ésta llegara a existir o aun antes que “todas las estrellas del alba” alabaran con regocijo [Job 38:7]; lo pasado, lo presente y lo futuro fueron y son, para Él, un eterno “hoy”. … comprendía la caída del hombre y su redención; conocía el plan de salvación y lo manifestó; estaba al tanto de la situación de todas las naciones y de su destino. Él ordenó todas las cosas de acuerdo con el designio de Su concilio de su propia voluntad; Él conoce la situación tanto de los vivos como de los muertos y ha proporcionado todo lo necesario para su redención, según sus respectivas circunstancias y las leyes del reino de Dios, sea en este mundo o en el mundo venidero”[1].
[1]Times and Seasons, 15 April 1842, pág. 760, JSP, cursivas en el original.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
6-9
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
José Smith enseñó acerca de “un poder que registra o ata en la tierra” (DyC 128:9). Este poder, comúnmente llamado en la Iglesia hoy como el poder sellador, no es exclusivo de esta dispensación. Ha sido ejercido por profetas en todas las dispensaciones siempre que las llaves del Sacerdocio de Melquisedec han estado presentes en la tierra. La palabra sellar aparece muchas veces en las Escrituras. Dios el Padre “selló” a Jesucristo (Juan 6:27). Pablo enseñó a los santos de su época que Dios los había ungido y sellado (2 Corintios 1:21–22). Cuando Pablo escribió a los santos en Éfeso, dijo que ellos estaban “sellados con el Santo Espíritu de la promesa” (Efesios 1:13). En el libro de Apocalipsis, Juan habló de que los siervos de Dios estarían sellados “en sus frentes” (Apocalipsis 7:3). El poder de sellar le fue prometido al apóstol Pedro cuando el Salvador le dijo: “[T]e daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos” (Mateo 16:19).
Esencialmente, el poder para sellar brinda a los siervos del Señor que lo tienen el poder para realizar ciertos actos en la tierra que son validados (sellados) en el cielo. El antiguo profeta Elías le entregó las llaves del sellamiento a José Smith cuando apareció en el Templo de Kirtland (DyC 110:13–16). Hoy en día, el Presidente de la Iglesia posee y dirige el uso de las llaves del sellamiento. Cuando se llama a nuevos miembros del Cuórum de los Doce, se les entregan las llaves para sellar (aunque los Doce actúan bajo la dirección del Presidente de la Iglesia al usar esas llaves). El poder para sellar también se otorga a un número selecto de oficiantes que sirven en los templos y realizan las ordenanzas de sellamiento. La autoridad para sellar es el poder por el cual “[t]odos los convenios, contratos, vínculos, compromisos, juramentos, votos, prácticas, uniones, asociaciones o aspiraciones” reciben “eficacia, virtud o fuerza … en la resurrección de los muertos” (DyC 132:7)[1].
[1]Encyclopedia of Mormonism, 1992, “Sealing Power”, pág. 1288.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
10-14
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
En Doctrina y Convenios 128:10–14, José Smith usa el término summum bonum cuando describe cómo obtener el conocimiento de la salvación. Summum bonum es un término en latín que significa “el bien supremo, especialmente como la meta final según la cual se establecen valores y prioridades en un sistema ético”[1]. José explica que el summum bonum correspondiente al tema de la salvación para todos los hombres y las mujeres es el poder del sacerdocio. Es a través del sacerdocio que Dios les da a sus seguidores el conocimiento esencial que necesitan para proporcionar las ordenanzas que abren la puerta a la liberación tanto para los vivos como para los muertos.
El simbolismo de la muerte está ya presente en la ordenanza del bautismo por inmersión. Pablo enseñó que los que han “sido bautizados en Cristo Jesús, h[an] sido bautizados en su muerte” y “que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:3-6). Además de estos simbolismos, José enseña que las pilas bautismales en los templos son “una semejanza del sepulcro” y deben colocarse “debajo del lugar donde los vivos suelen congregarse” (DyC 128:13). En la mayoría de los templos construidos por la Iglesia, las pilas bautismales se colocan habitualmente en la parte de abajo de los templos. Incluso en los templos de un solo piso, las pilas bautismales usualmente se encuentran en un área descendente[2]. Si un templo se construye en condiciones en las que no se puede colocar una pila bajo tierra, la pila se coloca debajo de la capilla y otras habitaciones donde se reúnen los vivos[3].
[1] “Summum Bonum”, Oxford Languages, consultado el 24 de junio de 2021.
[2] Richard O. Cowan, “Instructions on Baptism for the Dead”, en Studies in Scripture: The Doctrine and Covenants, 1985, pág. 493.
[3] Stephen E. Robinson y H. Dean Garrett, A Commentary on the Doctrine and Covenants, 2005, 4:211.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
15-16
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
José cita dos enseñanzas del Nuevo Testamento sobre la obra por los muertos. Pablo menciona explícitamente los bautismos por los muertos en 1 Corintios 15:29 en una conversación sobre la resurrección, aunque no ofrece ningún comentario o instrucción sobre la práctica. En Hebreos 11, Pablo enumera a los profetas antiguos que demostraron fe en Dios y luego declara “que ellos no [serían] perfeccionados sin nosotros” (Hebreos 11:40). Al citar estos dos pasajes de las Escrituras en los versículos 15 y 16, José vincula el destino de los muertos y el de los vivos: los muertos obtienen la salvación a través de las ordenanzas vicarias, y los vivos obtienen la salvación al trabajar para llevar a cabo estas ordenanzas. El templo es la conexión entre la salvación de los vivos y la de los muertos.
El presidente Rudger Clawson explicó: “Tenemos dos grandes iglesias, una en el cielo y la otra en la tierra. Se mueven en líneas paralelas, y el templo de Dios, según me parece, es el lazo de unión que conecta los cielos y la tierra, porque es a través del templo que podremos llegar a nuestros muertos, y no de otra manera. Orar por los muertos puede no ser una ayuda real para ellos. Para ayudarlos realmente debemos hacer una obra por ellos”[1].
De manera similar, el élder David A. Bednar enseñó: “El templo es el gran punto de intersección entre el cielo y la tierra. En este lugar sagrado, se llevará a cabo la obra santa mediante el servicio y el amor desinteresados. El templo me recuerda todo lo bueno y bello del mundo”[2].
[1] Rudger Clawson, en Conference Report, abril de 1933, págs. 77–78.
La profecía al final del libro de Malaquías se encuentra entre las más inquietantes de todas las Escrituras. Malaquías 4:5–6 se cita en Doctrina y Convenios 128:17 precisamente como aparece en la Biblia versión del rey Santiago. Cuando el Salvador cita los mismos versículos a los nefitas (3 Nefi 25). Sus palabras también se tradujeron en el Libro de Mormón para que coincidieran con la versión del rey Santiago. Cuando José Smith llegó a Malaquías durante su proyecto de traducción de la Biblia, no hizo ningún cambio en todo el libro de Malaquías y, en cambio, simplemente escribió en el manuscrito: “Malaquías correcto”[1].
Cuando José dice: “Pude haber dado una traducción más clara” de Malaquías 4:5–6 (DyC 128:18), es muy probable que se esté refiriendo a la interpretación de Moroni de los versículos que se encuentran en Doctrina y Convenios 2. Durante su aparición ante José en 1823, Moroni citó el pasaje de Malaquías, pero hizo varios cambios clave. Por ejemplo, Moroni explica que la venida de Elías tenía un propósito, que, específicamente, era revelar el sacerdocio (DyC 2:1). Moroni también alteró el texto del pasaje para que declarara que Elías “plantará en el corazón de los hijos las promesas hechas a los padres” (DyC 2:2). Moroni atenuó la frase “no sea que venga y hiera la tierra con una maldición” y en su lugar dijo: “De no ser así, toda la tierra sería totalmente asolada a su venida” (DyC 2:3). José publicó por primera vez el comentario de Moroni sobre esta revelación en la edición de abril de 1842 del Times and Seasons unos meses antes de que se escribiera Doctrina y Convenios 128[2].
En un sermón pronunciado el 21 de enero de 1844, José volvió a citar Malaquías 4:5-6 y luego presentó este comentario:
La palabra convertir (hace[r] volver) que se lee aquí debería ser traducida por ligar o sellar. Pero, ¿cuál es la finalidad de esta importante misión? o ¿cómo se va a cumplir? Las llaves se deben entregar, el espíritu de El[í]as ha de venir, se tendrá que establecer el evangelio, los santos de Dios han de ser reunidos, Si[o]n edificada y los santos deben venir como salvadores sobre el Monte de Si[o]n. Pero ¿cómo van a ser salvadores sobre el monte de Si[o]n? Edificando sus templos, erigiendo sus pilas bautismales y yendo a recibir todas las ordenanzas, bautismos, confirmaciones, lavamientos, unciones, ordenaciones y poder de ligar en bien de todos sus progenitores que han muerto, a fin de redimirlos para que puedan salir en la primera resurrección y ser elevados con ellos a tronos de gloria; y en esto consiste la cadena que unirá el corazón de los padres a los hijos, y los hijos a los padres, y esto cumple la misión de Elías y quisiera, por Dios, que este templo ya estuviera terminado para que pudiéramos entrar en él[3].
[2] “History of Joseph Smith”, Times and Seasons, 15 April 1842, 3:753, JSP.
[3] Discourse, 21 January 1844, as Reported by Wilford Woodruff, págs. 181–82, JSP, cursivas en el original.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
19-20
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
Doctrina y Convenios 128:19–21 relata brevemente algunos de los eventos clave de la restauración temprana. Algunos de estos eventos son bien conocidos y están ampliamente documentados en los escritos de José Smith y sus contemporáneos, como la aparición de Moroni o la voz del Señor a los Tres Testigos del Libro de Mormón. Otros eventos mencionados en estos versículos son menos conocidos o están completamente indocumentados fuera de este pasaje. Por ejemplo, la declaración de José acerca de la “voz de Pedro, Santiago y Juan en el yermo despoblado entre Harmony, condado de Susquehanna, y Colesville, condado de Broome, en las márgenes del Susquehanna” (DyC 128:20) es la declaración más detallada que tenemos sobre la ubicación y circunstancias de la aparición de estos tres apóstoles del Nuevo Testamento.
Además de una revelación de 1830 (DyC 27) que se incluyó por primera vez en Doctrina y Convenios de 1835, el Señor aclara que Pedro, Santiago y Juan trajeron “las llaves de mi reino y una dispensación del evangelio para los últimos tiempos; y para el cumplimiento de los tiempos, en la cual juntaré en una todas las cosas, tanto las que están en el cielo, como las que están en la tierra; y también con todos aquellos que mi Padre me ha dado de entre el mundo” (DyC 27:12–14). Una proclamación de 2020 de la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles declara: “Tres de los doce apóstoles originales —Pedro, Santiago y Juan— restauraron el apostolado y las llaves de la autoridad del sacerdocio”[1].
Otro incidente, completamente desconocido fuera de este pasaje, es la mención de José “¡La voz de Miguel, en las riberas del Susquehanna, discerniendo al diablo cuando se apareció como ángel de luz!” (DyC 128:20). Este incidente debe haber ocurrido a principios de la Restauración, ya que José y Emma Smith dejaron su hogar allí en septiembre de 1830 y nunca regresaron. Miguel es identificado en las escrituras como “el arcángel… que argumentaba con el diablo” (Judas 1: 9; véase también Apocalipsis 12:7). Doctrina y Convenios 27:11 identifica directamente a Miguel como Adán. Doctrina y Convenios 29:26 describe a Miguel como el "arcángel" del Señor, quien señalará la gran resurrección de los muertos cuando haga sonar su trompeta.
En la sección 128, José registró que Miguel detectó el intento del diablo de aparecer como un “ángel de luz” (DyC 128:20). En un discurso de 1839 dado a los Doce, José habló sobre cómo detectar a Satanás, declarando: “Así como hay muchas llaves para el reino de Dios [,] la siguiente detectará a Satanás cuando se transforme casi en ángel de luz”[2]. José dio instrucciones similares en un discurso registrado el 9 de febrero de 1843, que luego se incluyó como sección 12 de Doctrina y Convenios.
[1] “La Restauración de la Plenitud del Evangelio de Jesucristo: Una Proclamación para el Mundo en el Bicentenario”, ChurchofJesusChrist.org
[2] Discourse, 27 de junio de 1839, según lo informado por Wilford Woodruff-A, p. 19, JSP. Véase también Discourse, 27 de junio de 1839, según lo informado por Wilford Woodruff-B, pág. 85, JSP; y Discourse, 27 de junio de 1839, según lo informado por Willard Richards, pág. 9, JSP.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
21
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
En su historia de 1838, José Smith dio un relato más detallado del evento descrito en Doctrina y Convenios 128:21 como “la voz de Dios en la alcoba del anciano papá Whitmer, en Fayette, condado de Séneca”. El relato dice lo siguiente:
Ahora estábamos ansiosos por que se nos cumpliera esa promesa, que nos había dado el ángel que nos confirió el Sacerdocio Aarónico, a saber: que siempre y cuando continuásemos fieles; también tendríamos el Sacerdocio de Melquisedec, que tiene la autoridad de la imposición de manos para el don del Espíritu Santo. Por algún tiempo había sido para nosotros motivo de humilde oración, y finalmente nos reunimos en la alcoba de la casa del señor Whitmer, para pedir al Señor más particularmente lo que deseábamos tan anhelosamente; y ahí, para nuestra indecible satisfacción, comprobamos la verdad de la promesa del Salvador: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. Pues no nos habíamos entregado a solemne y ferviente oración por mucho tiempo, cuando la voz del Señor vino a nosotros en la alcoba, mandándonos que yo ordenara a Oliver Cowdery élder en la Iglesia de Jesucristo, y que él me ordenara a mí al mismo oficio; y que luego ordenáramos a otros, como se nos haría saber de cuando en cuando. Sin embargo, se nos mandó aplazar nuestra ordenación hasta que nos fuera posible reunir a nuestros hermanos, los que habían sido bautizados y los que serían bautizados posteriormente, y que tuviéramos su aprobación en nuestra ordenación, y que ellos decidieran por votación si estaban dispuestos a aceptarnos como maestros espirituales; y se nos mandó que en esa ocasión bendijéramos el pan, y lo partiéramos y comiéramos con ellos, y bendijéramos el vino y lo bebiéramos con ellos; y después procediéramos a ordenarnos el uno al otro, según el mandamiento; entonces, llamáramos a quienes el Espíritu dictare, y los ordenáramos; y luego atendiéramos a la imposición de manos para comunicar el don del Espíritu Santo, sobre todos que habíamos bautizado previamente, haciendo todas las cosas en el nombre del Señor[1].
El relato también menciona las voces de varios otros ángeles, incluidos Miguel (Adán, véase DyC 27:11) y Gabriel, a quien José Smith identificó como el antiguo profeta Noé. José enseñó más tarde que "él [Gabriel-Noé] es el siguiente en autoridad después de Adán en el sacerdocio"[2].
El relato también menciona a Rafael, un ángel que no se menciona en ningún otro lugar del canon actual de las escrituras, aunque es una figura prominente en el libro de Tobías, que se encuentra en los apócrifos (Tobías 3:17; 5: 4). El nombre Rafael significa "Dios sana". En el libro de Tobías, Rafael aparece por primera vez como humano. Cuando se revela a sí mismo como un ángel, dice que es “uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor" (Tobías 12:15). El libro de Tobías es parte de los libros apócrifos, sobre los cuales el Señor declaró que “contienen muchas cosas verdaderas, y en su mayoría se han traducido correctamente”, pero también advirtió que “hay muchas cosas en ellos que no son verdaderas, que son interpolaciones de los hombres” (DyC 91:1–2). Fuera de Doctrina y Convenios 128, no se menciona a Rafael en ninguna otra declaración conocida de José Smith. Su mención aquí confirma que es un mensajero importante de Dios, aunque sabemos poco sobre su misión o su identidad mortal. La frase “diversos ángeles” (versículo 21) implica que hay otros mensajeros angélicos que ayudaron en la Restauración, cuyas labores sin duda saldrán a la luz en un momento posterior.
[1] JS — History, vol. A-1, págs. 25-26, JSP. Vea el contexto histórico de Doctrina y Convenios 18.
[1] Discurso, entre alrededor del 26 de junio y alrededor del 4 de agosto de 1839, según lo informado por William Clayton, 19, JSP.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
22-25
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
Doctrina y Convenios 128:22–25 termina con un llamamiento conmovedor para que los Santos de los Últimos Días hagan una ofrenda al Señor mediante sus esfuerzos por realizar y registrar la obra por los muertos. La ofrenda de los santos se compara con la ofrenda de los hijos de Leví descrita en una revelación anterior como “una ofrenda y un sacrificio aceptables en la casa del Señor” (DyC 84:31).
En una instrucción sobre el sacerdocio dada el 5 de octubre de 1840, José Smith mencionó a los hijos de Leví cuando explicó que el sacrificio de animales, como se practicó en el Antiguo Testamento, se restablecería temporalmente como parte de la restitución de todas las cosas en los últimos días. La instrucción de 1840 declaraba: “Estos sacrificios, así como todas las ordenanzas pertenecientes al sacerdocio[,] cuando se construya el templo del Señor y los hijos de Leví sean purificados[,] serán completamente restaurados y atendidos. Todos sus poderes[,] ramificaciones y bendiciones, [que] existieron y existirán cuando los poderes del Sacerdocio de Melquisedec sean suficientemente manifiestos; de otra manera, ¿cómo se puede llevar a cabo la restitución de todas las cosas de las que han hablado todos los santos profetas?”[1]. La misma instrucción aclaró que esto solo sería una reinstalación temporal del sacrificio de animales, y agregó: “No debe entenderse que la ley de Moisés se establecerá nuevamente con todos sus derechos y variedad de ceremonias. Esto nunca ha sido rechazado por los profetas. Pero las cosas que existían antes de los días de Moisés, es decir, el sacrificio, continuarán ”[2].
Los que poseen la autoridad del sacerdocio actúan efectivamente como los “hijos de Leví” modernos (véase DyC 84:32–34) al crear otra ofrenda. Su ofrenda es el registro que demuestra que las ordenanzas de salvación se han realizado por los vivos y los muertos mediante el poder sellador dado en los últimos días.
[3] Instruction on Priesthood, circa October 5, 1840, 7, JSP.
[3] Instruction on Priesthood, circa October 5, 1840, 7, JSP.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
(El minuto de Doctrina y Convenios)
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(El minuto de Doctrina y Convenios)
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(El minuto de Doctrina y Convenios)
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Comentario sobre DyC 128
/ Doctrina y Convenios 128 / Comentario
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Casey Paul Griffiths (académico SUD)
José Smith había prometido a los santos más instrucciones sobre el tema de los bautismos por los muertos (DyC 127:10). En los versículos 1 al 5, expone el trasfondo bíblico de esta práctica. José frecuentemente compartía cómo la práctica de las ordenanzas vicarias por los muertos es una parte esencial del plan que Dios “dispuso antes de la fundación del mundo” (DyC 128:5). En un artículo publicado en el Times and Seasons el 15 de abril de 1842, José Smith instruyó:
[1] Times and Seasons, 15 April 1842, pág. 760, JSP, cursivas en el original.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
José Smith enseñó acerca de “un poder que registra o ata en la tierra” (DyC 128:9). Este poder, comúnmente llamado en la Iglesia hoy como el poder sellador, no es exclusivo de esta dispensación. Ha sido ejercido por profetas en todas las dispensaciones siempre que las llaves del Sacerdocio de Melquisedec han estado presentes en la tierra. La palabra sellar aparece muchas veces en las Escrituras. Dios el Padre “selló” a Jesucristo (Juan 6:27). Pablo enseñó a los santos de su época que Dios los había ungido y sellado (2 Corintios 1:21–22). Cuando Pablo escribió a los santos en Éfeso, dijo que ellos estaban “sellados con el Santo Espíritu de la promesa” (Efesios 1:13). En el libro de Apocalipsis, Juan habló de que los siervos de Dios estarían sellados “en sus frentes” (Apocalipsis 7:3). El poder de sellar le fue prometido al apóstol Pedro cuando el Salvador le dijo: “[T]e daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos” (Mateo 16:19).
Esencialmente, el poder para sellar brinda a los siervos del Señor que lo tienen el poder para realizar ciertos actos en la tierra que son validados (sellados) en el cielo. El antiguo profeta Elías le entregó las llaves del sellamiento a José Smith cuando apareció en el Templo de Kirtland (DyC 110:13–16). Hoy en día, el Presidente de la Iglesia posee y dirige el uso de las llaves del sellamiento. Cuando se llama a nuevos miembros del Cuórum de los Doce, se les entregan las llaves para sellar (aunque los Doce actúan bajo la dirección del Presidente de la Iglesia al usar esas llaves). El poder para sellar también se otorga a un número selecto de oficiantes que sirven en los templos y realizan las ordenanzas de sellamiento. La autoridad para sellar es el poder por el cual “[t]odos los convenios, contratos, vínculos, compromisos, juramentos, votos, prácticas, uniones, asociaciones o aspiraciones” reciben “eficacia, virtud o fuerza … en la resurrección de los muertos” (DyC 132:7)[1].
[1] Encyclopedia of Mormonism, 1992, “Sealing Power”, pág. 1288.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
En Doctrina y Convenios 128:10–14, José Smith usa el término summum bonum cuando describe cómo obtener el conocimiento de la salvación. Summum bonum es un término en latín que significa “el bien supremo, especialmente como la meta final según la cual se establecen valores y prioridades en un sistema ético”[1]. José explica que el summum bonum correspondiente al tema de la salvación para todos los hombres y las mujeres es el poder del sacerdocio. Es a través del sacerdocio que Dios les da a sus seguidores el conocimiento esencial que necesitan para proporcionar las ordenanzas que abren la puerta a la liberación tanto para los vivos como para los muertos.
El simbolismo de la muerte está ya presente en la ordenanza del bautismo por inmersión. Pablo enseñó que los que han “sido bautizados en Cristo Jesús, h[an] sido bautizados en su muerte” y “que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:3-6). Además de estos simbolismos, José enseña que las pilas bautismales en los templos son “una semejanza del sepulcro” y deben colocarse “debajo del lugar donde los vivos suelen congregarse” (DyC 128:13). En la mayoría de los templos construidos por la Iglesia, las pilas bautismales se colocan habitualmente en la parte de abajo de los templos. Incluso en los templos de un solo piso, las pilas bautismales usualmente se encuentran en un área descendente[2]. Si un templo se construye en condiciones en las que no se puede colocar una pila bajo tierra, la pila se coloca debajo de la capilla y otras habitaciones donde se reúnen los vivos[3].
[1] “Summum Bonum”, Oxford Languages, consultado el 24 de junio de 2021.
[2] Richard O. Cowan, “Instructions on Baptism for the Dead”, en Studies in Scripture: The Doctrine and Covenants, 1985, pág. 493.
[3] Stephen E. Robinson y H. Dean Garrett, A Commentary on the Doctrine and Covenants, 2005, 4:211.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
José cita dos enseñanzas del Nuevo Testamento sobre la obra por los muertos. Pablo menciona explícitamente los bautismos por los muertos en 1 Corintios 15:29 en una conversación sobre la resurrección, aunque no ofrece ningún comentario o instrucción sobre la práctica. En Hebreos 11, Pablo enumera a los profetas antiguos que demostraron fe en Dios y luego declara “que ellos no [serían] perfeccionados sin nosotros” (Hebreos 11:40). Al citar estos dos pasajes de las Escrituras en los versículos 15 y 16, José vincula el destino de los muertos y el de los vivos: los muertos obtienen la salvación a través de las ordenanzas vicarias, y los vivos obtienen la salvación al trabajar para llevar a cabo estas ordenanzas. El templo es la conexión entre la salvación de los vivos y la de los muertos.
El presidente Rudger Clawson explicó: “Tenemos dos grandes iglesias, una en el cielo y la otra en la tierra. Se mueven en líneas paralelas, y el templo de Dios, según me parece, es el lazo de unión que conecta los cielos y la tierra, porque es a través del templo que podremos llegar a nuestros muertos, y no de otra manera. Orar por los muertos puede no ser una ayuda real para ellos. Para ayudarlos realmente debemos hacer una obra por ellos”[1].
De manera similar, el élder David A. Bednar enseñó: “El templo es el gran punto de intersección entre el cielo y la tierra. En este lugar sagrado, se llevará a cabo la obra santa mediante el servicio y el amor desinteresados. El templo me recuerda todo lo bueno y bello del mundo”[2].
[1] Rudger Clawson, en Conference Report, abril de 1933, págs. 77–78.
[2] David A. Bednar, en Temples of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints: Quotes, consultado el 25 de junio de 2021, https://churchofjesuschristtemples.org/library/quotes/.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
La profecía al final del libro de Malaquías se encuentra entre las más inquietantes de todas las Escrituras. Malaquías 4:5–6 se cita en Doctrina y Convenios 128:17 precisamente como aparece en la Biblia versión del rey Santiago. Cuando el Salvador cita los mismos versículos a los nefitas (3 Nefi 25). Sus palabras también se tradujeron en el Libro de Mormón para que coincidieran con la versión del rey Santiago. Cuando José Smith llegó a Malaquías durante su proyecto de traducción de la Biblia, no hizo ningún cambio en todo el libro de Malaquías y, en cambio, simplemente escribió en el manuscrito: “Malaquías correcto”[1].
Cuando José dice: “Pude haber dado una traducción más clara” de Malaquías 4:5–6 (DyC 128:18), es muy probable que se esté refiriendo a la interpretación de Moroni de los versículos que se encuentran en Doctrina y Convenios 2. Durante su aparición ante José en 1823, Moroni citó el pasaje de Malaquías, pero hizo varios cambios clave. Por ejemplo, Moroni explica que la venida de Elías tenía un propósito, que, específicamente, era revelar el sacerdocio (DyC 2:1). Moroni también alteró el texto del pasaje para que declarara que Elías “plantará en el corazón de los hijos las promesas hechas a los padres” (DyC 2:2). Moroni atenuó la frase “no sea que venga y hiera la tierra con una maldición” y en su lugar dijo: “De no ser así, toda la tierra sería totalmente asolada a su venida” (DyC 2:3). José publicó por primera vez el comentario de Moroni sobre esta revelación en la edición de abril de 1842 del Times and Seasons unos meses antes de que se escribiera Doctrina y Convenios 128[2].
En un sermón pronunciado el 21 de enero de 1844, José volvió a citar Malaquías 4:5-6 y luego presentó este comentario:
[1] Old Testament Revision 2, pág. 119, JSP.
[2] “History of Joseph Smith”, Times and Seasons, 15 April 1842, 3:753, JSP.
[3] Discourse, 21 January 1844, as Reported by Wilford Woodruff, págs. 181–82, JSP, cursivas en el original.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
Casey Paul Griffiths (académico SUD)
Doctrina y Convenios 128:19–21 relata brevemente algunos de los eventos clave de la restauración temprana. Algunos de estos eventos son bien conocidos y están ampliamente documentados en los escritos de José Smith y sus contemporáneos, como la aparición de Moroni o la voz del Señor a los Tres Testigos del Libro de Mormón. Otros eventos mencionados en estos versículos son menos conocidos o están completamente indocumentados fuera de este pasaje. Por ejemplo, la declaración de José acerca de la “voz de Pedro, Santiago y Juan en el yermo despoblado entre Harmony, condado de Susquehanna, y Colesville, condado de Broome, en las márgenes del Susquehanna” (DyC 128:20) es la declaración más detallada que tenemos sobre la ubicación y circunstancias de la aparición de estos tres apóstoles del Nuevo Testamento.
Además de una revelación de 1830 (DyC 27) que se incluyó por primera vez en Doctrina y Convenios de 1835, el Señor aclara que Pedro, Santiago y Juan trajeron “las llaves de mi reino y una dispensación del evangelio para los últimos tiempos; y para el cumplimiento de los tiempos, en la cual juntaré en una todas las cosas, tanto las que están en el cielo, como las que están en la tierra; y también con todos aquellos que mi Padre me ha dado de entre el mundo” (DyC 27:12–14). Una proclamación de 2020 de la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles declara: “Tres de los doce apóstoles originales —Pedro, Santiago y Juan— restauraron el apostolado y las llaves de la autoridad del sacerdocio”[1].
Otro incidente, completamente desconocido fuera de este pasaje, es la mención de José “¡La voz de Miguel, en las riberas del Susquehanna, discerniendo al diablo cuando se apareció como ángel de luz!” (DyC 128:20). Este incidente debe haber ocurrido a principios de la Restauración, ya que José y Emma Smith dejaron su hogar allí en septiembre de 1830 y nunca regresaron. Miguel es identificado en las escrituras como “el arcángel… que argumentaba con el diablo” (Judas 1: 9; véase también Apocalipsis 12:7). Doctrina y Convenios 27:11 identifica directamente a Miguel como Adán. Doctrina y Convenios 29:26 describe a Miguel como el "arcángel" del Señor, quien señalará la gran resurrección de los muertos cuando haga sonar su trompeta.
En la sección 128, José registró que Miguel detectó el intento del diablo de aparecer como un “ángel de luz” (DyC 128:20). En un discurso de 1839 dado a los Doce, José habló sobre cómo detectar a Satanás, declarando: “Así como hay muchas llaves para el reino de Dios [,] la siguiente detectará a Satanás cuando se transforme casi en ángel de luz”[2]. José dio instrucciones similares en un discurso registrado el 9 de febrero de 1843, que luego se incluyó como sección 12 de Doctrina y Convenios.
[1] “La Restauración de la Plenitud del Evangelio de Jesucristo: Una Proclamación para el Mundo en el Bicentenario”, ChurchofJesusChrist.org
[2] Discourse, 27 de junio de 1839, según lo informado por Wilford Woodruff-A, p. 19, JSP. Véase también Discourse, 27 de junio de 1839, según lo informado por Wilford Woodruff-B, pág. 85, JSP; y Discourse, 27 de junio de 1839, según lo informado por Willard Richards, pág. 9, JSP.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
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En su historia de 1838, José Smith dio un relato más detallado del evento descrito en Doctrina y Convenios 128:21 como “la voz de Dios en la alcoba del anciano papá Whitmer, en Fayette, condado de Séneca”. El relato dice lo siguiente:
El relato también menciona las voces de varios otros ángeles, incluidos Miguel (Adán, véase DyC 27:11) y Gabriel, a quien José Smith identificó como el antiguo profeta Noé. José enseñó más tarde que "él [Gabriel-Noé] es el siguiente en autoridad después de Adán en el sacerdocio"[2].
El relato también menciona a Rafael, un ángel que no se menciona en ningún otro lugar del canon actual de las escrituras, aunque es una figura prominente en el libro de Tobías, que se encuentra en los apócrifos (Tobías 3:17; 5: 4). El nombre Rafael significa "Dios sana". En el libro de Tobías, Rafael aparece por primera vez como humano. Cuando se revela a sí mismo como un ángel, dice que es “uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor" (Tobías 12:15). El libro de Tobías es parte de los libros apócrifos, sobre los cuales el Señor declaró que “contienen muchas cosas verdaderas, y en su mayoría se han traducido correctamente”, pero también advirtió que “hay muchas cosas en ellos que no son verdaderas, que son interpolaciones de los hombres” (DyC 91:1–2). Fuera de Doctrina y Convenios 128, no se menciona a Rafael en ninguna otra declaración conocida de José Smith. Su mención aquí confirma que es un mensajero importante de Dios, aunque sabemos poco sobre su misión o su identidad mortal. La frase “diversos ángeles” (versículo 21) implica que hay otros mensajeros angélicos que ayudaron en la Restauración, cuyas labores sin duda saldrán a la luz en un momento posterior.
[1] JS — History, vol. A-1, págs. 25-26, JSP. Vea el contexto histórico de Doctrina y Convenios 18.
[1] Discurso, entre alrededor del 26 de junio y alrededor del 4 de agosto de 1839, según lo informado por William Clayton, 19, JSP.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
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Doctrina y Convenios 128:22–25 termina con un llamamiento conmovedor para que los Santos de los Últimos Días hagan una ofrenda al Señor mediante sus esfuerzos por realizar y registrar la obra por los muertos. La ofrenda de los santos se compara con la ofrenda de los hijos de Leví descrita en una revelación anterior como “una ofrenda y un sacrificio aceptables en la casa del Señor” (DyC 84:31).
En una instrucción sobre el sacerdocio dada el 5 de octubre de 1840, José Smith mencionó a los hijos de Leví cuando explicó que el sacrificio de animales, como se practicó en el Antiguo Testamento, se restablecería temporalmente como parte de la restitución de todas las cosas en los últimos días. La instrucción de 1840 declaraba: “Estos sacrificios, así como todas las ordenanzas pertenecientes al sacerdocio[,] cuando se construya el templo del Señor y los hijos de Leví sean purificados[,] serán completamente restaurados y atendidos. Todos sus poderes[,] ramificaciones y bendiciones, [que] existieron y existirán cuando los poderes del Sacerdocio de Melquisedec sean suficientemente manifiestos; de otra manera, ¿cómo se puede llevar a cabo la restitución de todas las cosas de las que han hablado todos los santos profetas?”[1]. La misma instrucción aclaró que esto solo sería una reinstalación temporal del sacrificio de animales, y agregó: “No debe entenderse que la ley de Moisés se establecerá nuevamente con todos sus derechos y variedad de ceremonias. Esto nunca ha sido rechazado por los profetas. Pero las cosas que existían antes de los días de Moisés, es decir, el sacrificio, continuarán ”[2].
Los que poseen la autoridad del sacerdocio actúan efectivamente como los “hijos de Leví” modernos (véase DyC 84:32–34) al crear otra ofrenda. Su ofrenda es el registro que demuestra que las ordenanzas de salvación se han realizado por los vivos y los muertos mediante el poder sellador dado en los últimos días.
[3] Instruction on Priesthood, circa October 5, 1840, 7, JSP.
[3] Instruction on Priesthood, circa October 5, 1840, 7, JSP.
(El minuto de Doctrina y Convenios)
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