Algunas secciones de Doctrina y Convenios destacan la relación de trabajo entre la revelación personal y la revelación profética. La sección 33 lo hace. Antes de que se le revelara a José, el Señor se reveló personalmente a Ezra Thayer, un constructor que había dado empleo a José antes. Cuando escuchó a Hyrum predicar en el otoño de 1830, Ezra

“pensó que cada palabra estaba dirigida a mí. Dios me castigó y dio justo en el clavo. No pude evitarlo. Las lágrimas rodaban por mis mejillas, estaba muy orgulloso y obstinado. Había muchos allí que me conocían, no me atreví a mirar hacia arriba. Me senté hasta que me recuperé antes de atreverme a mirar hacia arriba. Cantaron algunos himnos y eso me llenó del Espíritu. Cuando Hyrum terminó, tomó un libro y dijo: ‘aquí está el Libro de Mormón’”.

Dije, “déjame verlo”. Entonces abrí el libro y recibí un impacto con una alegría tan exquisita que ninguna pluma puede escribir y ninguna lengua puede expresar. Cerré el libro y dije, “¿cuál es el precio?”

“Catorce chelines” fue la respuesta.

Dije: “Me llevaré el libro”. La abrí de nuevo y sentí una doble porción del Espíritu, que no sabía si estaba en el mundo o no. ¡Sentí como si estuviera en el Cielo!. Martin Harris corrió hacia mí para decirme que el libro era cierto. Le dije que no tenía por qué decírmelo, porque yo sabía que era verdad tan bien como él.

Más tarde, en su casa, Ezra tuvo una visión en la que un hombre le trajo un rollo de papel y una trompeta y le dijo que la tocara. Ezra visitó a José una semana después de escuchar a Hyrum predicar. “Le conté lo que había sucedido y cómo supe que el libro era cierto”. Escribió Ezra. “Luego me preguntó qué me impedía entrar al agua”[1]. Parley Pratt bautizó a Ezra Thayer y a otras dos personas ese día, incluido Northrop Sweet, que estaba casado con una sobrina de Martin Harris.

La revelación personal preparó a estos conversos para la obra. La revelación profética para ellos a través de José los llamó a la obra.

Oliver Cowdery le entregó la sección 33 a Ezra, quien se dio cuenta entonces de que el rollo de papel en su visión “fue una revelación para mí y Northrop Sweet”. Oliver se lo entregó y dijo: “Aquí hay una revelación de Dios para ti, ahora toca tu trompeta”. Ezra protestó: “Nunca toqué una trompeta” Oliver le aseguró, “tú puedes”[2].

¿Ezra y Northrop tocarían sus trompetas como ordenó la revelación? ¿Dejarían que sus temores, su falta de refinamiento y educación, les impidieran abrir la boca con valentía como lo hizo Nefi? La referencia de la revelación a Nefi, con quien Ezra y Northrop acababan de familiarizarse mientras estudiaban el Libro de Mormón, debe haberlos ayudado a comprender que se les estaba pidiendo que hablaran la verdad con valentía a una audiencia antagónica, pero que tendrían éxito. El Señor les aseguró que podían hablar tan poderosamente como Nefi, con la condición de que simplemente estuvieran dispuestos a predicar el Evangelio.

Northrop Sweet decidió no convertirse en Nefi. No duró mucho en su vocación. Buscó una más grande y pensó que había recibido una revelación de que debería ser un profeta. Dejó la iglesia y comenzó la suya propia. Esta es una de varias revelaciones cuyas promesas no se cumplieron porque los agentes libres a quienes el Señor declaró su voluntad decidieron ignorarla. Con la oposición de su esposa y otras personas, Ezra Thayer predicó el Libro de Mormón de manera poderosa, pero solo brevemente. Mantuvo su fe en José Smith durante toda su vida, aunque después de la muerte de José, él también dejó la iglesia. A menudo se distraía con preocupaciones económicas y comerciales. Una revelación que uno no puede obedecer es responsabilidad del Señor. Una revelación que los destinatarios no obedecerán es su responsabilidad.