Mientras el joven vidente José y Oliver, traducían y escribían el Libro de Mormón durante la primavera de 1829, nada les entusiasmó más que el pensamiento de los antiguos escritos sagrados que aún no habían salido a la luz. El Libro de Mormón no solo fue el mejor ejemplo de esto, sino que hizo mención de muchos otros textos. En la sección 6, el Señor le dijo a Oliver que si lo deseaba, al igual que José, podría traducir anales como estos[1].
Mientras traducían, discutieron el capítulo de Juan 21:20-23. ¿Qué significado tienen las palabras: “[Q]ue aquel discípulo no moriría”? ¿Juan seguía con vida? El texto en sí es ambiguo. Los investigadores de la Biblia habían estado “desconcertados con este pasaje”, José y Oliver no pudieron concordar sobre su significado[2]. Acordaron buscar una revelación esclarecedora mediante las piedras videntes, las cuales José utilizó para interpretar el Libro de Mormón. Allí vieron un pergamino que Juan había escrito y escondido[3].
Aparentemente, el pergamino es la fuente original del Evangelio de Juan en el Nuevo Testamento. La revelación del pergamino hacia José y Oliver restaura gran parte de lo que se encontraba perdido en los últimos versículos de Juan 21. El Señor le otorga poder a Juan. Como se relató por primera vez en la revelación, este fue el poder para llevar almas a Cristo. Cuando José revisó las revelaciones para su publicación en 1835, aclaró que Juan le pidió al Señor “poder sobre la muerte, para que viva y [le] traiga almas a [él]”[4]. El Señor le concedió a Juan su deseo. Además, en Doctrina y Convenios de 1835, José añadió palabras en los versículos 6-7. El Señor dijo de Juan: “[L]o haré como llama de fuego y como ángel ministrante; él ministrará en bien de los que serán herederos de salvación, que moran en la tierra”. El Señor le dijo a Pedro: “Y haré que tú ministres en bien de él y de tu hermano Santiago; y a vosotros tres os daré este poder y las llaves de este ministerio hasta que yo venga”[5].
Esta sección esclarece un ambiguo pasaje bíblico y satisface la curiosidad de José y Oliver. Sin embargo, hace más que eso. Restablece a las escrituras el hecho de que Jesús les proporcionó las llaves de la salvación a Pedro, Santiago y Juan. La revelación confirma que la Biblia es verdadera, incluso confirma que la Biblia no se encuentra completa. También que no es suficiente para la salvación. No solo tenemos anales incompletos de apóstoles muertos. No mucho tiempo después de que Pedro, Santiago y Juan recibieran la revelación, Jesucristo los envió de regreso a la tierra para conferir sus llaves a José Smith y Oliver Cowdery.
En la Iglesia de Vor Frue, en Copenhague, Dinamarca, el apóstol moderno, Boyd K. Packer, estuvo junto con el presidente Spencer W. Kimball, otros apóstoles, y líderes de la iglesia local, admirando las estatuas de Cristo y los Doce Apóstoles, creadas por Thorvaldsen. En las manos de la estatua de Pedro colgaban las llaves simbólicas que Jesucristo le dio. El presidente Kimball las señaló, y luego encargó al presidente de estaca de Copenhague que “les diga a todos los prelados de Dinamarca que ellos NO poseen las llaves. ¡YO POSEO LAS LLAVES!” Cuando el grupo dejó la iglesia, el presidente Kimball estrechó la mano del conserje, “expresó su agradecimiento y explicó con sinceridad: ‘Éstos son los apóstoles muertos’”, y luego dijo: “Aquí están los Apóstoles vivientes”[6].
[1] “Revelation, April 1829–A [D&C 6],” The Joseph Smith Papers, consultado el 22 de julio de 2020.
[2] Adam Clarke, El Nuevo Testamento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. El texto cuidadosamente impreso de las copias más correctas de la presente versión autorizada, incluyendo las lecturas marginales y los textos paralelos … Vol. 1 (New York: J. Emory y B. Waugh, 1831), 631.
[3] “Relato de Juan, April 1829–C [D&C 7]”, The Joseph Smith Papers, consultado el 22 de julio de 2020.
[4] 1835 Doctrine & Covenants 33:1 (D&C 7:2).
[5] “Doctrine and Covenants, 1835,” p. 161, The Joseph Smith Papers, consultado el 22 de julio de 2020.
[6] Boyd K. Packer, The Holy Temple (1980), 83. Edward L. Kimball, Lengthen Your Stride: The Presidency of Spencer W. Kimball (Salt Lake City: Deseret, 2005), 108, 327.
Del minuto de Doctrina y Convenios
José y Oliver comenzaron a traducir el Libro de Mormón el 7 de abril de 1829. Durante este tiempo, su amistad continuó creciendo y participaron en una serie de energéticas discusiones sobre la traducción. Según la historia de José, “[surgió] una diferencia de opinión entre nosotros sobre el relato del apóstol Juan, mencionado en el Nuevo Testamento, Juan, capítulo veintiuno y versículo veintidós, si murió o si continuó; acordamos mutuamente resolverlo por el Urim y Tumim”[1]. Es posible que esta pregunta surgiera debido a su traducción del texto del Libro de Mormón, específicamente donde el libro describe tanto a Alma como a Moisés como “arrebatados por el espíritu o sepultados por la mano del Señor” (Alma 45:19).
La introducción en el Libro de Mandamientos de 1833 describe la revelación como “traducida de un pergamino, escrita y escondida por él mismo” (Libro de Mandamientos, 1833, 18). Si bien no se conoce ningún pergamino asociado con la traducción, el pergamino descrito puede haber sido visto a través de uno de los instrumentos utilizados en la traducción. Un testigo del proceso de traducción dijo que en los instrumentos de traducción “aparecía un trozo de algo parecido a un pergamino, y en él aparecía la escritura”[2].Esta revelación es el comienzo del cumplimiento de la promesa que el Señor le hizo a Oliver de que “ayuda[ría] a sacar a la luz. . . aquellas partes de mis Escrituras que se han ocultado por causa de la iniquidad” (DyC 6:27).
Véase Historical Introduction, “Account of John, April 1829–C [D&C 7],” p. 13, The Joseph Smith Papers,, consultado el 23 de septiembre de 2020, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/account-of-john-april-1829-c-dc-7/1
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